Ethan, con una mirada penetrante y un tono de fastidio, no duda en culpar a Milly por la situación. "No te hagas la tonta, Pencott, seguro que es cosa tuya y de tu incapacidad para mantener la lengua dentro de tu boca", dice, irritado.
Pero Riley interviene rápidamente para aliviar la tensión, intentando asumir parte de la responsabilidad con un tono juguetón y desenfadado. "No te preocupes, Milly. Yo sufro del mismo mal. Y tú no seas tan huraño, hombre, que seguramente sea más culpa mía que suya, creo que solo me falta invitar a los suricatos del zoo de Boston", bromea, intentando suavizar el ambiente mientras se rasca la cabeza y saca la lengua de forma cómica. "Divertirse es mejor que aburrirse y mucha gente es mejor que poca, ¿verdad?"
Sin embargo, Ethan mantiene su postura firme y práctica. "No en este caso, Riley. Necesitamos mantener un número exacto en la mesa y tener a un par o tres de mirones no molesta, pero a una docena, sí. Así que si queréis hacer esto, ya estáis buscando una excusa para enviar al excedente al cementerio para que hagan algo alternativo, aunque crean que es parte del mismo ritual", argumenta con seriedad, haciendo que Leo mire a Milly, buscando en el rostro de su amiga alguna señal de si todo aquello va en serio.
Riley, siempre entusiasta y creativa, se emociona con la idea. "Guau, Ethan. ¡Esa es la mejor idea del mundo! ¡Enviar al equipo B al cementerio para que nos sirvan de conexión con el Más Allá! Eres un maldito genio de lo sombrío, Mi Señor Oscuro", exclama con euforia. Milly percibe que Leo se siente ligeramente agitado ante la efusividad de Riley, tal vez preocupado por cómo se está desarrollando la conversación.
Finalmente, Ethan se dirige a Milly con una expresión que denota una mezcla de desafío y complicidad. "Pues ya sabes, Emilia Pencott", comienza, mirándola como si fuera una madre dándole una tarea a su hija, "Ve montando la patraña de que habrá dos grupos y uno de ellos deberá demostrar su valor exponiéndose en el cementerio, del que, por cosas del destino", dice con una sonrisa astuta, "tengo la llave".
"¡Eso sin duda venderá la historia!", suelta Riley de puntillas mientras junta sus manos en un aplauso silencioso.