Alan observa a King, que sigue escarbando con entusiasmo cerca del árbol, y después mira a Marina. "Aquí se hizo la foto", dice señalando un punto cerca del árbol, justo frente a donde el señor Doyle parecía estar haciendo algo de forma furtiva.
Marina saca de su bolso una piedra de aguamarina atada a un cordel y empieza a moverla como un péndulo. Este oscila, inclinándose cada vez más hacia el lugar donde King cava con fervor.
"¿Lo sabe?", pregunta Marina con una mirada inquisitiva.
"¿El qué, Marina? Esto nos tiene a todos en tensión. Por favor, habla claro de una vez...", responde Alan, cuya paciencia con los misterios parece haberse agotado, a pesar de su propia afición por crearlos en sus escritos.
King se detiene un momento y les mira, girando la cabeza con curiosidad, antes de volver a su tarea con renovado entusiasmo.
"¿Sabe tu hija de dónde viene King?", insiste Marina.
Alan suspira ligeramente. "Bueno, sabe que es el cachorro de nuestra perra anterior, que murió hace años en un... accidente", dice con un tono melancólico.
"¿Y sabe que esa perra fue un regalo de Sokanon?", sigue insistiendo Marina.
"Bueno, no lo creo, hasta hace unos días ni siquiera sabía que Carrie había tenido tratos con una chamán", argumenta Alan.
"Pues ahora ya lo sabe", añade Marina con una ligera sonrisa, mirando hacia Bailey.
"Sí, supongo que ahora ya lo sabe. Gracias, Marina", responde Alan con un toque de ironía. "Luego te contaré la historia de King y de su madre, Bailey, pero mira...", añade, indicando hacia el perro.
"Parece que King ha encontrado algo...", murmura Marina, acercándose a King que parece haber desentarrado una caja antigua, ahora sobre la tierra removida.