V13, de Emmanuel Carrère
Se trata de una recopilación de crónicas periodísticas de Carrère sobre el juicio de los atentados de Paris. No es su mejor libro, pero resulta fascinante para comprender el problema que tenemos los europeos al enfrentarnos intelectual y moralmente al islamismo radical. Carrère se pasa de frenada y durante todo el proceso intenta mostrar una equidistancia moral entre victimas y verdugos que no puede funcionar. Me pregunto si es consciente de ello o tan solo está atrapado en una telaraña ética progresista. Un libro que funciona en su irónica imposibilidad dialéctica, ejemplificando perfectamente el Zetgeist actual.
Noctuario, de Thomas Ligotti
De Ligotti solo había leído su tesis pesimista y antinatalista Conspiración contra la especie humana, que enseguida convertí en una referencia filosófica para mi. En esta ocasión sin embargo me adentro en su especialidad, los relatos cósmico-macabros en la mejor tradición Lovecraftiana, aunque ungidos de un existencialismo moderno avasallador. Un escritor prodigioso sin parangón en la literatura de terror actual.
Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza
Primera incursión en la obra de este señor con una de sus novelas más populares. Surrealista y desternillante a partes iguales, con un toque demodé que en mi opinión le aporta encanto.
La Pianista, de Elfriede Jelinek
Uf, por dónde empezar. La adaptación cinematográfica de Haneke no solo es la única película que me gusta del director, sino que me parece una obra maestra porque en ella por única vez en su carrera construyó una historia humana creíble, por muy terrible y torturada que fuese, es una de las mejores historias de amor de la Historia del cine. Pues bien, el libro, pese a ser también genial, es un relato abrumador en su violencia verbal de las relaciones de poder entre seres humanos. La escritura es granítica, cuesta respirar mientras Jelinek nos golpea sin cesar con la tormentosa relación entre una profesora de piano dominada por su madre octogenaria y el alumno que desea liberarla sin saber que en el camino caerá derrotado por la inhumanidad de nuestra protagonista. Aquí no hay amor, tan solo personajes envilecidos y atrapados en sus miserias. Para leer con paciencia y perseverancia, pero indudablemente genial.
Babysitter, de Joyce Carol Oates
Es una novela bastante floja sobre una ama de casa que se ve involucrada en el caso de un asesino en serie de niños. La idea de mezclar el estilo descarnado de Ellroy con el melodrama suburbano de Douglas Sirk a priori es buena, pero las diatribas de la protagonista son muy poco creíbles y el final está a medio cocer. Mediocre.
El mago del Kremlin, de Giuliano da Empoli
Empoli es politólogo, y eso se nota para bien en su relato del ascenso al poder de Putin, con reflexiones tan interesantes como arriesgadas sobre el régimen ruso y sus implicaciones para occidente. Sin embargo es un mal novelista, tiende a darlo todo demasiado masticado y el personaje que crea para narrar la historia en ningún momento funciona. En forma de ensayo podría ser un libro magnífico, pero le falta talla literaria para hacer lo que se propone.
Los fuegos de Santo Domingo, de Yevgueni Zamiatin
Floja obra teatral sobre los procesos inquisitoriales en la España del siglo XVI en la que Zamiatin teje un paralelismo con las purgas estalinistas que le tocó vivir. Pasable.
Diario 1936-1950, de André Gide
Pues termino este ciclo que ha durado dos años de la lectura de los cuatro tomos de los Diarios de André Gide, y que se ha convertido en una de mis grandes experiencias como lector. Se trata, como no podía ser de otra forma, del tomo más oscuro y desesperanzador, en el que asistimos al estupor del escritor ante la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, el desmoronamiento de la utopía comunista y el auge del fascismo. Clarividente en su interpretación de los hechos Gide acaba por encontrar refugio en la literatura que tanto ama, y nos deleita con sus reflexiones sobre Montaigne, Virgilio, Shakespeare y tantos otros autores que el francés desnuda con la sabiduría de sus últimos años de vida. Imprescindible.