- Aurélien, de Louis Aragon. Una gran novela romántica, pero con la habitual implicación social de los autores franceses de la época. En ella, Aragon nos describe el amor como un hecho imposible, condenado al fracaso, no sólo por las características de sus personajes atormentados (devastados por lo vivido en la Primera Guerra Mundial), sino por el propio amor en sí mismo. Una parte interesante de la novela es sentir de nuevo el movimiento surrealista del París de la época, con un toque sin duda autobiográfico.
Voyage au bout de la nuit, de Céline. Al igual que la primera, los ecos de la Primera Guerra Mundial son el eje principal de la novela. Es algo que no tenemos en España (aunque sí lo tenemos en otras formas): un conjunto de autores completamente devastados por la absurda crueldad vivida en esa Gran Guerra, que no saben cómo entender lo vivido. En este caso, Céline aborda todo ello presentándonos una espiral a los infiernos de su personaje, muy autobiográfico, el cual tras vivir lo vivido, no puede ni quiere evitar entrar en una espiral destructiva. La novela es marcadamente pesimista, totalmente opuesta al heroísmo como actitud ante la vida.