A raíz de las imágenes de satélite y datos de zonas inundables que se han estado publicando, me he animado a traer unos mapas de cosecha propia. Llevo trabajando bastante tiempo cartografiando humedales y desarrollando métodos y herramientas pasa seguir su estado de conservación usando datos geográficos. Al menos en Europa y a nivel nacional, que es lo que conozco bien, las principales zonas húmedas están más que definidas y relativamente bien controladas, pero hay muchas pequeñas lagunas, marismas, etc. por ahí perdidas de las que nadie echa cuentas y pueden ser de bastante valor. En España, concretamente, no existe un inventario nacional de humedales completo porque es competencia de las CC.AA. hacerlo, y los inventarios autonómicos tampoco suelen estar muy completos salvo casos excepcionales. Es la historia de siempre con los reinos de taifas que tenemos en el país. Cada comunidad tiene su definición de humedal y mapea lo que le parece, normalmente omitiendo estratégicamente cosas para ahorrarse dinero, dado que incluir un humedal en el inventario implica comprometerse a una serie de cosas. Otras hacen lo mínimo para cumplir o directamente nada. El gobierno central tampoco puede hacer un inventario por su cuenta sin que los otros se enfaden ni puede imponer su propio criterio. Lo que sí puede hacer es producir mapas de apoyo como los que aquí comparto.
En este caso se trata de un mapa que indica la probabilidad de encontrar un humedal en un lugar concreto de nuestro país. Está producido con un análisis estadístico bastante sencillo que incluye indicadores topográficos, el tipo de suelo y la frecuencia de inundación observada con imágenes de satélite. Básicamente lo que hace es destacar aquellas zonas donde hay un tipo de suelo característico de los humedales y tiende a acumularse el agua superficial por la topografía. Si con el satélite se detecta agua, se puede confirmar si es un humedal fácilmente revisando una fotografía aérea. El problema es que a veces el agua esta oculta bajo la vegetación o es simplemente un suelo encharcado, por lo que el satélite no nos dice mucho. Aquí es donde entra la utilidad de tener un nivel de probabilidad porque acota mucho las zonas a revisar. Alrededor del 90% de los humedales conocidos en España recaen en las áreas de probabilidad alta y muy alta, que son las que están en verde más oscuro en el mapa más abajo. Sin embargo, estas zonas verdes son mucho más amplias que la cobertura de humedales existente. ¿Por qué ocurre esto? Pues en gran parte porque se tratan de humedales ancestrales que se han ido perdiendo a lo largo de la historia por procesos naturales y antropogénicos (por ejemplo, secarlos para transformarlos en cultivos). En muchos casos son zonas que tienen todavía potencial para restaurarse, de ahí también el interés por identificarlas. La política europea va en esa dirección
Como podéis ver el primer mapa, Valencia y su entorno están en el meollo de lo que fue un sistema de humedales costeros bastante extenso. Hoy en día de eso queda principalmente La Albufera y cuatro sitios más. El resto está ya más que asimilado en forma de cultivos o zonas construidas (las he superpuesto en rojo para que se vean bien, pero imaginaos el verde por debajo). La cuestión es que a nivel hidrológico el sistema sigue siendo el mismo, de ahí que gran parte de esa mancha verde sea terreno inundable según lo modelos utilizados, los cuales usan métodos muchísimo más sofisticados que los de este mapa. Cuando un evento es tan extremo como el que ha ocurrido, la catástrofe está garantizada. Y este escenario se ve en muchísimas partes del mundo, tanto que hace plantearse si realmente somos criaturas tan inteligentes como parece. Aunque en nuestra defensa no se puede obviar que donde hay humedales hay agua y buenas tierras de cultivo, así que el riesgo nos ha venido mereciendo la pena históricamente para desarrollar nuestra civilización. El retraso mental llega más adelante, cuando empezamos a poner infraestructuras y cosas importantes en zonas de alto riesgo, muchas veces a sabiendas simplemente por testimonios de los sucesos acontecidos. A veces no hace falta ni eso para saber que una zona es inundable, basta pisar el lugar y ver el tipo de plantas y suelo que hay para intuirlo. Las malas prácticas agrícolas en las cabeceras de las cuencas tampoco ayudan. Eso de tener cultivos en zonas de alta pendiente con el suelo prácticamente desnudo es desgracia asegurada aguas abajo.
Si superponemos una imagen satélite reciente de las zonas inundadas se ve lo bien que coinciden, lo cual demuestra que un humedal sigue siéndolo por mucho que nos empeñemos los seres humanos en querer modificar el terreno a nuestro antojo. Puedes quitar el agua, las plantas y el suelo, que la topografía hará su trabajo cuando toque y el agua va a querer pasar por donde siempre lo ha venido haciendo. A gran escala es complicadísimo ir contra el orden natural de las cosas. El riesgo va a estar ahí siempre. Se pueden minimizar daños, pero de una forma u otra tendrás problemas cuando las cosas se pongan feas. Tanto recupera la naturaleza lo que es suyo que esa imagen de satélite coincide bastante bien con la extensión que tenía La Albufera en tiempos de los romanos. Se ha ido colmatando con el paso del tiempo, pero el vaso del humedal sigue ahí. Hace varios milenios sería muy parecida, pero sin el brazo de arena (restinga) que la separa del mar. Al final, gran parte del problema viene de la falsa sensación de seguridad y la falta de cultura ante los riesgos naturales. En países como Estados Unidos están más que acostumbrados a evacuar en caso de huracán o refugiarse cuando viene un temporal de nieve. Los japoneses tienen totalmente interiorizado cómo actuar en caso de terremoto. En el mediterráneo llueve y lo primero que hacemos es coger el coche para ir a cualquier parte. Vayamos a mojarnos y a deshacernos como los gremlins cuando les cae mucha agua… Esta falta de cultura del riesgo luego hace que sucedan las aberraciones políticas que se están viendo en Valencia.
Málaga y la desembocadura del Guadalhorce es otro caso más donde la alta exposición al riesgo por querer ocupar hasta el último metro cuadrado de suelo ha provocado un aumento de los problemas relacionados con las inundaciones. Ni cambio climático ni pollas ¿Qué puede salir mal construyendo un polígono industrial o una urbanización en la desembocadura de un río? Ya os lo podéis imaginar. Tras mucho dinero invertido en infraestructuras la cosa está más o menos controlada. Sin embargo, muchas de esas zonas en verde oscuro se anegan cuando caen cuatro gotas. No estaríamos hablando de inundaciones graves, pero es una molestia y un pequeño problema de inseguridad que sigue ahí. El caso es especialmente sangrante porque he llegado a escuchar que la Junta de Andalucía del PSOE declaró ciertos terrenos como inundables solamente para joder a la ciudad, gobernada por el PP, y limitar su progreso. Con la Junta del PP se dieron mucha prisa en revisar estos mapas para poder construir en algunos de esos terrenos. Veremos a ver quién tiene razón. En cualquier caso, si un día caen 400-500mm en unas horas como ha ocurrido en Valencia, el río Guadalhorce reclamará lo que le corresponde por mucha ingeniería que hayamos puesto en la zona.
Por último y como curiosidad, dejo otra captura del entorno de Doñana, la cual explica perfectamente por qué en pleno centro de Sevilla se encontraron restos de un antiguo puerto romano. En aquella época la zona era un sistema de marismas totalmente navegable que hacía de nexo entre el tráfico fluvial del Guadalquivir y el marítimo.
Hasta aquí el tocho. Otro día podría hablar del nuevo aeropuerto de Estambul, el cual se inunda prácticamente todos los años por la maravillosa idea de haberlo destruido en mitad de humedal. En Albania son tan listos que están planteándose hacer lo mismo. Van para los premios Darwin del urbanismo 😄