17. Chorus
100% - 14 horas
Una agradable sorpresa. A punto de ser una muy agradable sorpresa. Si no lo consigue, si se queda algo corto, es porque sus limitaciones vienen por parte de lo que seguramente haya sido un presupuesto ajustado.
Nos encontramos ante una extraña combinación entre sandbox y juego de aviación, espacial en este caso, aderezado con elementos narrativos bastante más abundantes de lo normal en el género.
En el que encarnamos el papel de Naran, que navega a través de un universo lleno de distintas facciones, teología, máquinas sintientes aspectos sobrenaturales... Un worldbuilding más trabajado de lo esperado en un juego de este estilo, aderazo con un guión algo más torpe. Una extraña mezcolanza que si bien se vuelve pesada en las últimas horas, consigue mostrar el suficiente carisma como para que con el tiempo la recordemos con cariño pese a la falta de originalidad.
En cuanto a aspectos jugables encontramos como decía un sandbox, con escenarios abiertos llenos de puntos de interés en los que nos ofrecen misiones, muy básicas, que nos hacen recorrer el escenario de un lado al otro, destruir enemigos, persecuciones o encontrar items, para conseguir créditos o mejoras de recompensa. Lo cual nos permite mejorar la nave con mejores capacidades, ya sean defensivas, ofensivas o de utilidades de combate. Un sandbox simple y sencillo, que parece más complejo de lo que es al inicio y que acaba cayendo en la repetición de misiones para alargar la duración del mismo.
También nos encontramos ante un juego bastante exigente en las primeras horas, en las que se nos obliga a dominar su principal mecánica diferenciadora. Una especie de derrape espacial que nos permite hacer giros imposibles en 360 grados, siempre que vayamos con la velocidad suficiente. Cuesta dominar, pero una vez domado permite destrozar enemigos con una fluidez pocas veces vista en un juego del género.
Eso sumado al uso de poderes especiales, que por desgracia facilitan demasiado el juego. Teleport, rayos eléctricos para bajar los escudos enemigos, velocidad lumínica para atravesarlos, control mental... Al final ya a mediados del juego eres demasiado poderoso, y vas combinando poderes más el uso de armas "tradicionales" y te conviertes en una máquina de picar carne que quita todo reto del juego incluso en su dificultad más alta. Y aún así, es un gustazo poder arrasar de dicha manera.
Redondeamos con un apartado visual muy cuidado, con parajes espaciales que dejan estampas para el recuerdo y escenarios grandes y detallados, pese a ser el espacio. Gráficamente no es gran cosa, pero sabe usar sus armas para lucir mejor de lo debería poder. Salvo en el apartado de los enemigos, con diseños pobres y básicos que se limitan a ser naves rojas más grandes o pequeñas, para poder verlas fácilmente entre la negrura espacial.
En definitiva un buen juego que no llega a cotas mayores porque según pasan las horas se nota que las nuevas mecánicas jugables se acaban, los escenarios van perdiendo complejidad, la historia se precipita, las misiones obligan a paseos absurdos para volver a escenarios ya visitados y alargar la duración del juego... En definitiva, aspectos que denotan su origen como AA con presupuesto ajustado, buenas ideas y bien llevadas a cabo, pero que con más trabajo detrás se hubiera convertido en una estrella más brillante.
Suena duro, pero no os equivoqueis, el paseo con Naran entre las estrellas es un todo un deleite que será recordado.