Bueno.
El viernes pasado me vino la Lodge, la de 26 cm.
La curé una vez pero no me gustó demasiado (creo que me pasé de menos), a la segunda vez lo subí a 250 grados 1 hora. La verdad es que se me quedó mejor y no pegajosa la superficie.
Las veces que la he utilizado ha sido para la verdura y para la carne. Es espectacular. Si echo aceite lo hago con el pulverizador (no más de una gota), o bien uso manteca de cerdo para el caso de la carne. Llevaba tiempo que no recordaba ese sabor de los filetes de pollo. Ni ese sabor de la ternera. Lo mejor sin duda se lo lleva la verdura. No se me quema como son la sartén de teflón. La cebolla no se vuelve negra que es de lo que estaba cansado. Y los champiñones vale que se encojen, pero tampoco se vuelven partes negras de quemado. El sabor de la verdura es otra historia, nada que ver con la ***** que antes utilizaba.
Para limpiarlas lo hago de forma sencilla: sal gorda y estropajo de aluminio con agua. Remojo la sartén y la dejo reposar sobre el fuego hasta que humea. Entonces aplico una fina capa de aceite de girasol, de manteca de cerdo, o de aceite de oliva. Y hasta el siguiente uso. Va tomando ese color negro característico que tanto ansiaba.
No sé como antes no pude utilizar ese tipo de sartenes. Lo próximo que haré será pillarme una parilla rectangular de hierro para el pescado. Aunque seguramente me acabe pillando también la de hierro mineral en un formato más pequeño.