Pizz
Pizz entra sin hacer ruido, buscando a su contacto, pero el hombre no está. En su lugar, la gnoma Jinn sigue en su puesto, hojeando un libro con aire distraído.
Cuando Pizz deja los documentos sobre la mesa, Jinn los recoge sin prisa, les da una rápida ojeada y asiente antes de soltar cinco monedas en su mano. "Buen trabajo, goblin."
Pizz apenas tiene tiempo de guardarlas cuando ella añade, sin levantar la vista: "Hay otro encargo en marcha, podrías ser útil. Si te interesa, ya sabes dónde encontrarme." Luego vuelve a su libro.
Como si un pensamiento intrusivo hubiera vencido el debate en su cabeza, Jinn alza la vista de nuevo. Lo hace con una media sonrisa, dejando el libro a un lado, mientras recorre a Pizz con descaro. Apoya un codo en la mesa, inclinándose apenas lo justo para que su voz suene como un ronroneo travieso.
"Si te interesa otra cosa, salgo en un rato. Podrías pasar la madrugada conmigo… haciendo bebés," suelta con picardía, dejando que las palabras se deslicen entre ellos. Su mirada baja un instante hacia su entrepierna, evaluándolo como quien sopesa una mercancía valiosa.
"Siempre he pensado que tu raza tiene justo lo que una chica como yo necesita en un hombre: una buena palanca que, con el punto de apoyo adecuado, pueda mover el mundo." Se relame un poco los labios, como si saboreara la idea, antes de añadir con un destello juguetón en los ojos: "Pero es una oferta limitada, goblin. Hoy o nunca. ¿Lo tomas o lo dejas?"
Su tono es sensual, pero hay un destello divertido en sus ojos, como si no esperara respuesta… o como si ya la tuviera.