La idea de poner un tiempo límite a la espera le parece bien a Bailey. Algo lógico.
Aunque la amazona no puede evitar quedarse mirando fíjamente a María mientras piensa en ello. Su amiga latina había olvidado la amistad que compartieron una vez. Quizá por eso no sabía lo lejos que Bailey estaría dispuesta a llegar para volver a reunirse con ella. No tenía ni idea de lo mucho que le costaba la idea de dejarla ir a las catacumbas sin estar Bailey a su lado, dispuesta a morir por ella antes de dejar que le hicieran daño. Pero cuando su amiga abre esos ojos negros tan... profundos, Bailey no puede evitar sentir que su corazón se achante un poco.
Hay algo en María que no es María, y Bailey no sabe si alguna vez logrará aceptarlo.
"Si, me parece muy bien, pero. Tenemos que tener un plan B. Podemos esperaros un tiempo. Pero por la mañana si no habéis venido nos iremos con Kitty y luego hacia Secomber. Ya que ahí arriba no sabemos lo que puede pasar. Quizás os encontréis en una situación que sea mejor salir por la puerta y os sea imposible volver hasta aquí. No podemos saberlo . Nosotros os esperaremos pero pongamos un tope de tiempo límite para esa espera. Estás de acuerdo?"
"La mañana es demasiado pronto, Ronan... Puede ser demasiado tarde y que la ciudad esté rodeada por inquisidores. Además, llevaremos más de un día sin dormir y entraríamos en las catacumbas cansados. ¿Qué os parece poner, como máximo, hasta la madrugada? Altas horas de la noche."
"Estáis dando demasiadas cosas por sentado, y metiéndome demasiadas prisas."
Ante las miradas interrogantes de los demás, Bailey se cruza de brazos y se encoge de hombros. "Primero, tenéis que reuniros con Kitty. No sé dónde está, a menos que Varl pueda llamarla o que ya me haya encontrado con su olfato y esté a dos segundos de aparecer detrás de mí, dándome un susto de muerte. Segundo, tenéis que convencer a Sabiña de que os deje utilizar las catacumbas. Apenas me conoce a mí, a vosotros no os conoce de nada. Kitty es realmente quien puede conseguir que nos ayude. Tercero, dáis por sentado que Kitty os llevará hasta Secomber, y no sólo hasta la salida de las catacumbas."
En este momento, a Bailey ya le cuesta seguir hablando sin sacar los dedos para contar.
"Cuarto, no sé cómo de protegido está el Callejón de las Linternas, pero en el peor de los casos podríais ocultaros en algún lugar o entrar a las catacumbas si veis a los guardias entrar en el Callejón. Donde más peligro corréis no creo que sea en el Callejón, sino en todo el trayecto desde el Tomo Iluminado hasta el mismísimo Secomber. Los inquisidores pueden haber formado un perímetro alrededor de la ciudad. Seríais una mujer gato, una chica ciega, un perro y un hombre con máscara de zorro. Os falta pegada para abriros paso a tortas a través de un grupo de soldados."
Bailey levanta un quinto dedo a medias, pero se queda trabada. No se le ocurren más inconvenientes, así que lo vuelve a bajar antes de levantar la mirada hacia los demás.
"Comprad provisiones para vosotros aquí en el Callejón. Os daré lo que llevo encima. Id al Tomo Iluminado y esperad. Si lográis convencer a Kitty y a Sabiña, y las cosas pintan mal, entrad en las catacumbas. Si no, seguid esperando. En el peor de los casos, se os hace la tarde del día siguiente y ya es obvio que no va a venir nadie, así que llegados a eso, haced lo que os parezca más sensato. Porque si no he llegado..."
Bailey mira a Ronan, y luego a María. Especialmente a María.
No dice nada.
Pero lo que piensa está muy claro.
Porque si no he llegado... es que estoy muerta.
Bailey logra arrancar su mirada de María por las malas, como quien se quita una tirita despacito, para dirigir sus ojos a Varl. "Al menos, éso es lo que yo haría. Admito críticas..."