Milly
Mirabelle escucha con atención, inclinando ligeramente la cabeza con ese aire de nobleza refinada que nunca abandona su porte. Su sonrisa no se altera, pero hay un brillo curioso en sus ojos cuando responde:
"Una reflexión interesante, lady Pencott. Y muy cierta. No es sabio aferrarse a ideas preconcebidas cuando la realidad, con su infinita complejidad, nos demuestra lo contrario una y otra vez."
Hace una breve pausa, como si sopesara sus siguientes palabras.
"Sin embargo, tampoco podemos ignorar que los prejuicios, por mucho que nos desagraden, no nacen de la nada. Son ecos de experiencias pasadas, de errores cometidos, de peligros que han demostrado ser reales más de una vez. La clave, diría yo, está en saber discernir cuándo una advertencia es fundada y cuándo es solo una sombra del miedo de otros."
Mirabelle escucha las palabras de Milly con una expresión pensativa, aunque su sonrisa no se desvanece.
"Sí, he oído hablar de vuestras… singulares habilidades," comenta con tono medido. "Percy mismo insistió en que deberíais participar de alguna forma en la celebración, aunque también expresó cierta preocupación de que estuvierais demasiado ocupados con vuestros propios asuntos."
Se toma un momento antes de continuar, su tono manteniendo la calma propia de alguien que está acostumbrado a que todo esté perfectamente organizado.
"Sin embargo, comprenderéis que en la boda de mi hermana todo está meticulosamente planificado. Cada momento, cada detalle, cada invitado tiene su lugar en la estructura del evento. Sin un compromiso oficial, sería improbable que se os incluyera en el programa."
Mirabelle mantiene su sonrisa impecable mientras Milly le desea un viaje seguro.
"Os agradezco vuestros buenos deseos. Y sí, afortunadamente disfruto del arte de la planificación… aunque a veces la planificación no puede anticipar ciertos imprevistos," responde con un matiz casi imperceptible en su tono.
Cuando Milly menciona el duelo, la noble inclina levemente la cabeza.
"Ciertamente, sería preferible que estas disputas se resolvieran de otro modo. Pero hay tradiciones que pesan más que la razón," comenta con aire reflexivo. "Confío en que, gane quien gane, el asunto no derive en consecuencias más problemáticas."
Mientras habla, el cambio en la mirada de Lyssara no pasa desapercibido. Sus ojos se deslizan sutilmente hacia Rhéon, quien hasta ahora había mantenido su encanto y desenfado. La mirada de Lyssara es breve, casi imperceptible para quien no estuviera atento a los detalles.
Pero Milly está atenta.
No hay necesidad de palabras. En el refinado juego de la nobleza, una mirada puede contener un mundo de significados. Y lo que percibe entre líneas es claro: esto no es solo un duelo por honor.
La presencia de los Vaeltharyn en un evento de este calibre, su súbita implicación en un conflicto que no suele concernirles, la manera en que este duelo arrastra su apellido hacia el primer plano político de Daggerford… No es difícil ver la mano de Calendor tras todo esto. Un joven brillante, influyente y ambicioso.
Demasiado ambicioso.