Milly
Thorian se cruza de brazos, su mirada fija en la inscripción del pedestal.
"No, esto no es Cuna de Luz."
Hace una pausa, pensativo.
"Pero si esto es lo que creo, entonces no estamos muy lejos del bosque. Esto debe de ser un arcón del Barón de Valls. He oído historias sobre él."
Su voz resuena en la cámara, mezclándose con la respiración profunda de King.
"Valls", continúa, "es la última gran ciudad antes de Rawlinswood. A unos días a caballo de Brumaverde, en el límite occidental del bosque. Una urbe rica, comerciante hasta la médula, donde cada piedra tiene precio. No tiene puerto, pero se comporta como si gobernara los mares: sus gremios manejan las rutas de las caravanas y los impuestos de medio valle."
Camina despacio, observando los objetos que los rodean.
"El Barón, según cuentan, no nació noble. Compró su título con oro, favores y alguna que otra amenaza. Dicen que colecciona artefactos, libros prohibidos y curiosidades mágicas… más por vanidad que por sabiduría. Y, según parece", añade con una media sonrisa, "también una estatua de sí mismo para vigilar su tesoro."
El rostro pétreo del Barón parece disfrutar de la ironía. A su alrededor, las reliquias continúan emitiendo su luz mortecina, oscilante como el aliento de un fuego moribundo, mientras los espejos, inmóviles, siguen mostrando paisajes dispares: desiertos sin horizonte, mares en calma, torres que se alzan sobre cielos desconocidos y demás misterios.