Todos
La compañía avanza bajo un aguacero que no afloja. No es una tormenta épica, solo esa lluvia persistente —pesada, pegajosa— que termina por calarte incluso el pensamiento. Todos caminan en silencio, cada uno aferrado a sus cavilaciones, mientras el día se va apagando sin que nada digno de canción suceda. Charcos, barro, ramas mojadas… y nada más.
Hasta que Bori levanta una mano y señala entre los pinos.
"Parece un refugio", dice.
Entre los árboles aparece una casucha de cazadores: cuatro paredes de troncos sin desbastar, tejado de tablillas que sobreviven más por testarudez que por maestría, y un diminuto pórtico donde alguien colgó carne seca hace meses… o años. El lugar huele incluso desde fuera a humedad, a lana mojada y a perro que pasó demasiados inviernos allí adentro. Nadie lo posee; lo usa quien lo necesita. Y hoy, les guste o no, les toca a ellos.

Thorian se queda mirando la casucha, ladea la cabeza… y luego mira a Rachel con esa media sonrisa suya.
"Bueno", dice. "No es precisamente el Palacio de Amn, pero oye… tiene paredes. Y creo que he dormido en sitios peores." Se encoge de hombros.
Un trueno le responde en la distancia, como si el cielo estuviera de acuerdo con él.