Yo de pequeño pasé una época obsesionado con el tiempo, no con el paso del tiempo en plan existencialista ni nada malo, sino que me flipaba, no sé porqué, calcular el paso del tiempo, saber cuánto se tardaban en hacer las cosas.
Yo qué sé, saber que el ascensor de abajo hasta mi casa tardaba en subir 1:10 minutos, o que tal juego desde que encendía la consola hasta que cargaba y podía empezar a jugar tardaba 3:45 minutos... Paridas así.
Con lo obsesionado que estaba con cronometrar las cosas le dije a una tía mía que para Reyes quería un cronómetro, que claro, para mí era el regalo perfecto, y mi tía empeñada después en que me iba a encantar su regalo, que era justo lo que quería, que lo iba a flipar... Así que yo pues obviamente esperando con ganas ese cronómetro.
Me acabó regalando un libro de polillas, sí, de putas polillas, que te explicaba toda al biología de las polillas, y cómo se reproducían, y qué comían, y qué distintos tipos de polillas había... Cuando yo no había demostrado interés en polillas ni en ningún insecto así en general en mi puta vida.
El puto chasco 🤣.