Rachel Carson
Cabaña en el lago
2 de octubre, atardecer
Rachel pone la radio llena de polvo de la cabaña y empieza a escuchar enter sandmand.
Saca un poco de hierba de una pequeña caja de madera escondida en uno de los tablones sueltos del suelo que le había conseguido hacía un tiempo su colega Jake y se lía un cigarrillo. La cabaña era su refugio, allí no había nadie que la pudiera molestar y las vistas al lago durante el atardecer la relajaban.
Llevaba tres días expulsada del instituto por quemar una mesa con un mechero, no es que pretendiera quemar la mesa entera, solo calentó un poco una de las esquinas, quería hacer saltar la alarma de incendios pero el olor alertó antes a la señora Harper. La culpa era suya, por hacer las clases de matemáticas tan sumamente aburridas. Pero en fin, tres días de vacaciones tampoco estaban tan mal, levantarse tarde y vaguear a cambio de escuchar la bronca de su hermana un rato, valía la pena. Tampoco es que hiciera falta que la expulsaran para escuchar las broncas de Paige, casi todos los días tenía su dosis, muchas veces inmerecida, odiaba que hiciera de madre, era su madre la que debería de hacer de madre, pensaba Rachel apretando los dientes con rabia notando un dolor en el pecho.
Le dio una calada al cigarrillo y expulsó el humo poco a poco mientras se calmaba. Mañana tendría que volver, y volver a pensar en alguna otra manera de que la volvieran a expulsar, no quería estar allí, no encajaba, no caía bien a la gente y no se le daba bien estudiar. No era lista, no había más, no era como su hermana. Lo único que le hacía todo ese tedio un poco más llevadero era el club de música, la música era su pasión y soñaba con ser guitarra de un grupo de rock... o cantante... o lo que fuera, algo que le permitiera ganar dinero e irse de allí.
Le habían dicho que una chica del club había desaparecido, una tal Aislinn, le sonaba el nombre... sí, se acordaba de ella porque le había devuelto su púa una vez que se le perdió, casi le da un ataque de ansiedad esa vez, no era mala gente. Por lo visto era la comidilla del momento en Pine Ridge esos días, pero a ella ni le iba ni le venía ese asunto, apenas la conocía de vista, desaparecía gente todos los días y a nadie le importaba. Eso era un trabajo para "la super agente del FBI" piensa con una mueca de desagrado. Acaricia un poco la púa acordándose del episodio para cerciorarse de que sigue ahí.
—Sí, muere gente todos los días y a nadie le importa.