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  • Camino al hogar, una historia de los Suicidas Carmesíes (partida de rol / solo jugadores) Parte III

  • Melon

      LVL:  129

    sora63 "Es verdad, la ropa de abrigo... podríamos mirar precios. ¿Vamos juntas a comprar?"

    —¡Sí!—dice más alto de lo que debería. La verdad es que un día de compras, aunque fuera para comprar unas bragas y algo de ropa, la entusiasmaba de verdad.

    //Vamos juntas aunque después tendremos que volver con todos a equiparnos de verdad si conseguimos más dinero. Y con Ronan @Lyn a por su cazo cuando vengan XD

    • Tombi

      LVL:  56

    — Elijah ( @Milipu ) cuando Pizz se va a inscribir en gremio y va a poder hacer magia, MAGIA!!

    Dice observando a unos hombres muy susceptible de robarles

    — Grupo necesita monedas, MONEDAS

    • Isolee

        LVL:  148
      • Editado

      Elijah y Pizz

      Puerto de Daggerford
      Mañana

      Elijah y Pizz, aún tambaleándose ligeramente por los efectos de la noche anterior, deciden buscar trabajos de un día en el puerto para ganarse unas monedas. La actividad ya está en pleno apogeo: hombres cargan cajas llenas de redes y herramientas, mientras otros aseguran barriles de pescado salado bajo las órdenes de capitanes gruñones.

      “¿Necesitáis manos extra?” pregunta Elijah con voz ronca al primer grupo que encuentra, tratando de proyectar seguridad.

      Los marineros lo miran de arriba abajo, deteniéndose un segundo más en Pizz, cuyo aspecto no mejora con el sol matutino. “No,” responde uno de ellos, seco y directo, antes de volverse hacia su trabajo.

      Pizz, sin desanimarse, aborda a otro grupo. “¿Trabajo? ¡Manos rápidas y mucha fuerza goblin GOBLIN!” dice con entusiasmo.

      Las risas que recibe a cambio no son precisamente alentadoras. “Ni regalado, pequeño,” dice uno, sacudiendo la cabeza.

      Tras varias negativas y miradas de desconfianza, los dos empiezan a desesperarse. Justo cuando están considerando rendirse, un hombre rechoncho con una barba enmarañada y un delantal manchado de vísceras los detiene.

      “¿Buscáis trabajo?” gruñe, señalándolos con una mano oronda.

      Elijah asiente rápidamente. “Lo que sea.”

      El hombre les observa con una mezcla de incredulidad y malicia antes de señalar hacia un barco pesquero cercano. “Subid. Necesito que limpiéis la sentina. Y no os quejéis, que os pagaré bien... si aguantáis.”

      Elijah y Pizz son conducidos a la parte más baja del barco, donde el aire es sofocante y el hedor se siente como un puñetazo en el estómago. La sentina, una zona destinada a recoger los desechos y el agua acumulada, está llena de restos de pescado podrido, tripas que flotan en un líquido marrón y un número inquietante de ratas que parecen muy cómodas en su entorno.

      “Sacad todo eso, fregadlo y no volváis a subir hasta que huela mejor que las tetas de una virgen,” les dice el hombre antes de cerrar la trampilla, dejando a los dos en la penumbra.

      Pizz, con su característico entusiasmo, trata de verlo como una aventura. “¡Esto no es tan malo! Solo hay que limpiar un poco, ¡y listo! ¡LISTO!” dice mientras toma un balde. Pero al primer contacto con el agua, un chorro de líquido nauseabundo salpica su cara.

      Elijah, tapándose la nariz con un trozo de tela, no puede evitar soltar una maldición. “Esto es peor que las cloacas de Innisport.”

      El trabajo no mejora. Cada cubo que sacan está cargado de desechos y el suelo resbaladizo hace que ambos terminen más de una vez cubiertos del repugnante líquido. Las ratas, por su parte, no parecen dispuestas a abandonar su hogar sin dar pelea.

      En un momento, Pizz intenta mover un barril atascado en una esquina. Al lograrlo, una ráfaga de aire contenida por años de putrefacción lo golpea de lleno. “¡Esto es peor que la bofetada de aquella pescadera¡ ¡PEOR!” grita mientras retrocede, pero no sin antes tropezar y caer de espaldas en el charco más profundo.

      Tras horas de esfuerzo y varias arcadas contenidas, el suelo comienza a verse más limpio y el olor, aunque sigue siendo terrible, es al menos soportable. Exhaustos, Elijah y Pizz suben a cubierta con la ropa hecha un desastre y el orgullo enterrado en el fondo de la sentina.

      El hombre rechoncho los recibe con una risa estruendosa. “¡Vaya! No creí que aguantarais. Aquí tenéis, os habéis ganado esto.” Les lanza unas monedas de cobre, que Elijah atrapa al vuelo, mientras Pizz intenta limpiarse sin mucho éxito.

      “Y ahora, aire," añade el hombre, riéndose junto al resto de su tripulación.

      Habéis obtenido ocho monedas de cobre.

      • Isolee

          LVL:  148
        • Editado

        Elijah y Pizz

        Puerto de Daggerford
        Tarde

        Elijah y Pizz, aún recuperándose de su humillante experiencia en la sentina, deambulan por el puerto con la esperanza de encontrar algo útil entre el bullicio del atardecer. Los muelles están llenos de actividad: pescadores descargando redes, comerciantes regateando con clientes y marineros compartiendo chismes mientras preparan sus embarcaciones para zarpar.

        Ambos intentan mezclarse con la multitud, manteniéndose atentos a las conversaciones que flotan en el aire. Pizz, con sus orejas puntiagudas, parece captar fragmentos con facilidad, mientras Elijah se apoya en su habilidad para leer el lenguaje corporal de los hablantes.

        Cerca de un puesto de pescado, dos hombres mayores charlan mientras cargan barriles en una carreta.

        “¿Te has fijado que últimamente no se la ve por aquí?” dice uno de los hombres mayores junto al puesto de pescado.

        “¿A quién te refieres?” responde el otro, ajustándose la gorra con dedos encallecidos.

        “A la gobernadora, ¿a quién va a ser? Lady Morwen solía bajar al puerto cada semana. Siempre hablaba con nosotros, hasta se reunía con Garas Kaleth para comer o cenar juntos. Pero desde hace un tiempo... ni rastro de ella.”

        Elijah y Pizz, atentos como siempre a cualquier fragmento de información, intercambian una mirada rápida. Elijah se acerca al puesto, fingiendo interés en unas redes mientras sus oídos absorben cada palabra.

        “Es verdad,” continúa el primero. “Garas Kaleth siempre fue como un hermano mayor para ella. El viejo lord lo crió junto a Morwen, y durante años se les veía inseparables.”

        “Sí, pero algo cambió,” interviene el segundo hombre, con una expresión grave. “No sé qué, pero desde que ese elfo oscuro empezó a rondar a Lady Morwen... todo se ha torcido. Ya no se reúne con Garas como antes, y mucho menos baja al puerto.”

        “Y Garas tampoco está igual,” añade el primero en un susurro. “Lo he visto por ahí, con una cara... bueno, no parece el mismo. Como si algo lo estuviera consumiendo por dentro. No sé qué tendrá que ver ese elfo, pero desde que apareció, nada es lo que era.”

        El segundo hombre asiente lentamente. “La gobernadora ya no es la misma, eso es seguro. Antes era cercana, hablaba con la plebe, escuchaba nuestros problemas. Ahora... es como si nos hubiera olvidado. Si su padre se levantara de la tumba, no le haría ninguna gracia.”

        “Se moriría otra vez del disgusto,” remata el primero con una risa amarga que se pierde en el bullicio del puerto.

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        • Milipu

            LVL:  126

          -Bueno, Pizz, vamos a ver si el gremio está abierto y a ver cuánto cuesta apuntarse.

          Elijah y Pizz se dirigen al gremio.

          • Isolee

              LVL:  148
            • Editado

            Ronan y Bailey

            A un día largo de camino hasta Daggerford

            Bailey camina delante de Ronan con una elegancia que parece imposible en alguien de su altura. Su figura escultural de casi dos metros se mueve con la seguridad de una cazadora experta, su cabello rubio ondeando con cada paso como una bandera dorada bajo la tenue luz del día nublado. Ronan, tras ella, mantiene el paso, su mirada oscilando entre el terreno y la mujer que lidera el camino.

            El riachuelo los guía entre árboles que se inclinan hacia el agua, como si escucharan un secreto que ellos no pueden oír. Bailey avanza sin dudar, su postura erguida y sus músculos tensos, cada movimiento mostrando un control absoluto sobre su cuerpo. Finalmente, llegan a un pequeño claro donde la tierra parece haber sido removida recientemente.

            Bailey se detiene, sus ojos escanean el lugar. “Aquí es,” dice con una voz firme pero suave. Se agacha con agilidad y utiliza una rama caída para remover con cuidado la tierra suelta, revelando el anillo.

            Ronan observa en silencio, su respeto por ella creciendo a cada instante. Bailey levanta el anillo con la rama y, con un gesto lo coloca en la pequeña bolsa de cuero que Thorian les había dado, asegurándose de no tocarlo directamente.

            Pero justo cuando empiezan a sentirse aliviados, una voz se desliza en sus mentes, fría y calculadora, como un susurro que se enreda entre sus pensamientos.

            “Ah, Ronan... Bailey... tan diligentes, tan determinados,” comienza, cada palabra acariciando el aire con una suavidad casi hipnótica. “Qué admirable es vuestra preocupación, vuestra... ¿cómo llamarlo? Devoción por esa pequeña y frágil criatura. Milly, ¿verdad? Qué nombre tan dulce para alguien que se encuentra al borde de la ruina.”

            Hace una pausa, como si esperara una reacción que nunca llega. Cuando continúa, su tono se afila con un sarcasmo irritante.

            “¿Os habéis preguntado cuánto tiempo le queda? ¿Cuántos amaneceres podrá soportar ese cuerpo débil antes de que la sombra termine de consumirla? Porque, creedme, el tiempo no está de vuestro lado. Pero, oh... quizás no importa. Después de todo, estáis aquí conmigo, en lugar de a su lado. Qué decisión tan... peculiar.”

            La voz se torna más íntima, como si hablara directamente al oído de cada uno. “Dime, Ronan... ¿cuántas noches más podrás cargar con esa culpa? ¿Confiarás en que Bailey, por fuerte y magnífica que sea, pueda protegeros a ambos de lo inevitable? Porque, entre nosotros, no es solo Milly la que corre peligro, ¿verdad?”

            El anillo parece reír suavemente, un sonido casi imperceptible pero lleno de malicia. Luego se dirige a Bailey, su tono modulándose hasta alcanzar una cadencia casi reverencial.

            “Y tú, Bailey... tan valiente, tan resuelta. ¿Pero hasta dónde llegará tu determinación cuando veas cómo la pequeña Milly se quiebra ante tus ojos? ¿Será entonces cuando aceptarás que algunos destinos no pueden ser alterados? Que, a veces, incluso las fuerzas más poderosas no son suficientes para salvar aquello que ya está perdido.”

            El silencio que sigue es casi peor que la voz. Una pausa deliberada, pesada, que deja un eco de dudas en el aire. Y luego, con un último susurro, el anillo remata, su tono meloso:

            “Ah, Lathander... el gran dios de la luz y la renovación. Qué promesas tan hermosas hace, ¿no es cierto? Amaneceres llenos de esperanza, nuevas oportunidades... todo muy inspirador. Pero, decidme, ¿habéis pensado alguna vez en lo que hace su luz a quienes carecen de alma?”

            Hace una pausa, dejando que el silencio caiga como un manto pesado, antes de continuar con un tono que gotea dulzura envenenada.

            “La luz de Lathander no cura las grietas, ni repara lo que está roto. No, su resplandor es absoluto, implacable. Lo que encuentra vacío, lo quema. Lo que no puede renovar, lo consume. Si vuestra pequeña Milly no tiene alma, no encontrará salvación en su luz. Solo... cenizas.”

            El anillo deja que sus palabras se hundan como dagas, antes de proseguir, con un tono más paternal, casi comprensivo, como si estuviera haciéndoles un favor.

            “Pero claro, vosotros sois los héroes. Creéis que basta con una fe ciega y unas plegarias para traer de vuelta lo que ya no existe. ¿Os habéis detenido a pensar que, tal vez, esa luz divina no hará más que borrar lo que queda de ella? Quizá sería mejor dejarla en la oscuridad, donde las sombras al menos la protegerían de ese destino.”

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            • Lyn

                LVL:  90

              Ronan y Baley

              Ronan siente un escalofrío al escuchar en su cabeza al anillo. Esa magia es capaz de encontrar una debilidad en él que creía olvidada. De hecho esas palabras le han traído ecos de culpa de un mundo casi olvidado por él... Innisport... Ya casi se le antoja algo lejano como Cuna de Luz. Pero ese sentimiento de culpa creía haberlo olvidado ya y ese maldito anillo ha venido a cuchicheárselo y a medrar su voluntad.
              Ronan mira a Baley y sabe que no se dejará engañar. Ella le anima a mantenerse firme. Así que habla en voz alta dirigiéndose al anillo pero para que así Baley también lo escuché.

              • Si Milly no tiene ya alma, no ocurrirá nada malo si Lathander intenta ayudarle con su luz. Entonces descansará tranquila si tiene que morir porque ya no la tiene. Mantenerla en las sombras es condenarla para siempre y eso no lo vamos a permitir.
                Ronan mira a Baley como enfatización a sus palabras !<
              • Isolee

                  LVL:  148
                • Editado

                Ronan y Bailey

                La voz del anillo responde con una suavidad venenosa, deslizándose como un murmullo en la mente de Ronan, y quizá también en la de Bailey.

                “¿Descansará tranquila, dices? Qué pensamiento tan sencillo, tan reconfortante... y tan ingenuo. Ronan, querido, ¿quién decide cuándo un alma está realmente perdida? ¿Tú? ¿Lathander? ¿O esa pequeña chispa que aún lucha, débil pero presente, dentro de Milly?”

                El tono del anillo se vuelve más íntimo, como si susurrara directamente al oído de Ronan.

                “Dices que no tiene alma, que la luz de Lathander no puede hacerle daño si ya no hay nada que salvar. Pero, ¿y si te equivocas? ¿Y si lo que queda de ella no es ausencia, sino fragmentos rotos? Trozos diminutos de un alma que todavía se aferra a lo que fue, aunque apenas lo recuerde. Una luz como la de Lathander no distingue entre lo que está completo y lo que está roto... solo sabe arrasar con todo lo que no es perfecto.”

                La voz se detiene por un instante. Entonces, añade:

                “¿Recuerdas cómo la sujetabas, Ronan? Cuando Elijah hundió el cuchillo en su dedo, cortando carne, tendones, huesos... Ah, sí, aquel momento en que su alma, atada a mí, comenzó a resquebrajarse. Estabas ahí, con tus manos temblorosas, condenándola a este final... no fue su cuerpo lo único que partisteis. Fue entonces cuando todo comenzó a romperse. ¿De verdad crees que ahora, con esa luz implacable, las cosas serán distintas?”

                La voz hace una pausa, cargada de malicia, y luego continúa con un tono que mezcla compasión fingida y sarcasmo.

                “Quieres condenar a las sombras... pero, ¿y si es en ellas donde su alma encuentra refugio? ¿Y si al llevarla ante esa luz, la destruyes de verdad? La quemarás, Ronan, con tus ideales tan hermosos, tan... absolutos. ¿Podrás vivir con esa carga cuando te des cuenta de que tu decisión no la liberó, sino que terminó de destrozarla?”

                El anillo lanza una última estocada, su voz resbalando como miel envenenada.

                “Piensa, Ronan. ¿Estás dispuesto a apostar lo que queda de ella solo por demostrar que las sombras no son su salvación? Porque la luz de Lathander... ah, esa luz puede ser mucho más cruel de lo que imaginas.”

                Y con esas palabras, el anillo guarda silencio, dejando tras de sí un vacío abrumador, como si su ausencia pesara más que su presencia.

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                  • Milipu

                      LVL:  126

                    Elijah y Pizz iban andando hacia el gremio cuando Elijah se da cuenta de que la gente se aparta un poco de ellos con cara de asco. Entre el tiempo que llevaban sin ducharse, la borrachera del día anterior y limpiar la sentina Elijah se da cuenta de que será mejor asearse un poco ante de ir al gremio. Pero como todo está muy caro y estaban al lado del mar Elijah le propone a Pizz ir a asearse un poco con el agua de mar. Pizz no sentía esa necesidad de ir a bañarse en el agua y más cuando estaba bastante fría. Venga, venga, no podemos dar mala imagen le decía Elijah.

                    Después se dirigieron hacia el gremio. Y preguntaron a la primera persona que encontraron allí:

                    -Para inscribirse, con quién hay que hablar?

                    • Isolee

                        LVL:  148
                      • Editado

                      María y Rachel

                      Barrio Comercial de Daggerford
                      Mañana

                      El grupo llega al mercado de armas con una carreta improvisada que han pedido prestada en la posada. Las armas se amontonan de forma caótica: dagas, espadas, un látigo enredado con una kusarigama, y un martillo que todavía parece tener incrustado algo que prefieren no identificar. Cada pieza parece contar una historia, aunque la mayoría probablemente incluiría palabras como “mala suerte” y “decisiones cuestionables.”

                      Primrose lleva la voz cantante, como siempre. “¡Armas en venta! ¡Directo del campo de batalla! ¡Cada una con historia propia!” proclama mientras empuja la carreta hacia un vendedor de armas que las observa con poco entusiasmo.

                      El hombre, un enano corpulento con una barba rala desaliñada, arquea una ceja. “¿Qué tenéis ahí, basura o reliquias?”

                      Primrose da un paso al frente, con un aire de seriedad absoluta. “Esto no es basura. Esto es historia.” Señala la primera pieza que encuentra: una daga simple pero afilada. “Daga del jefe bandido Roderick. Robó más carteras que cualquier ladrón de Luskan antes de que nos lo cruzáramos.”

                      “Y esa ballesta,” añade Primrose, levantándola con esfuerzo, “era suya también. Supuestamente le dio en la rodilla a un guardia antes de… bueno, ya sabéis.”

                      El enano gruñe y revisa las piezas con manos expertas, mientras Rachel salta para señalar una espada. “¡La del bandido Hyam! ¡A ese lo atravesaron con una flecha en el ojo! Fue espectacular.”

                      “Muy espectacular,” confirma Primrose, sin mucho entusiasmo mientras levanta una alabarda que podría haber sido usada para cortar árboles o, quizás, como poste de tienda. “Esta también tiene historia. Al menos, creemos que sí. Pesa como si fuera de un gigante.”

                      El enano gruñe de nuevo, esta vez con algo que podría ser interés, o simplemente resignación. “¿Y qué más traéis? ¿Ese látigo? Parece más decorativo que otra cosa.”

                      “¡Látigo de calidad!” exclama Primrose con una sonrisa. “Directamente de la colección privada de alguien que probablemente no lo estaba usando para combatir. Pero, oye, sirve.”

                      María, que ha estado escuchando en silencio, añade con calma: “También tenemos esta espada bastarda de un jefe goblin. Lo suficientemente pesada como para destrozar una puerta.”

                      El enano examina todo, levantando cada pieza, probando el peso y evaluando su estado. Finalmente, se cruza de brazos y declara: “Diez monedas de oro por el lote.”

                      Rachel pone una expresión que podría hacer llorar a un golem. “¿Diez? Este arsenal vale más de veinte solo por las historias que llevan encima. ¡El martillo del bandido Brutus casi nos aplasta como a un mosquito al intentar quitárselo!”

                      El enano se rasca la barba y suspira. “Quince. Y no por las historias, sino porque sois unos personajes de cuidado y necesito que os larguéis antes de que alguien crea que trabajo con lunáticos.”

                      “¡Veintidós y ese cazo que tienes ahí o nada!” suelta Primrose, con firmeza.

                      El enano la observa, la mirada fija en la pequeña Timo que mastica tranquilamente una manzana, como si ni siquiera estuviera presente en la discusión. Finalmente, asiente. “Veintidós y el cazo, pero dejas esa kusarigama antes de que me cortes una oreja," le dice a Primrose.

                      “¡Trato hecho!” exclama la joven, chocando su mano con la del enano.

                      El grupo se retira con las monedas en el bolsillo y, aunque el arsenal ha quedado atrás, las risas sobre la venta les acompañan durante todo el camino de regreso. “¿Os habéis fijado en su cara con el látigo? Seguro que pensaba que éramos contrabandistas raros,” dice Rachel, mientras Primrose añade: “Lo éramos, pero con estilo femenino.”


                      Tras adentrarse al barrio comercial de Daggerford, observan que está en plena actividad. Los gritos de los vendedores llenan el aire, prometiendo desde telas finas hasta baratijas mágicas que probablemente no hacen nada. Los colores de los puestos parecen competir por quién puede herir más ojos en menos tiempo, y el olor a especias, pescado fresco y algo indefinido que preferirían no identificar flota en cada esquina.

                      Primrose, con su entusiasmo inagotable, lidera la expedición como si fuera una veterana de las compras, aunque no tiene intención de gastar ni una moneda. “¡No tengo frío! Además, la lana me pica,” asegura mientras señala una capa rosa brillante que podría cegar a un dragón.

                      “¿Qué te parece esta?” pregunta con entusiasmo, sosteniendo la prenda como si hubiera descubierto un tesoro.

                      Rachel la mira, paciente. “Es para Elijah, no para una niña de cinco años que quiere ser princesa.”

                      “¡Pero sería tan divertido!” insiste Primrose antes de girarse hacia Timo. “¿Tú qué opinas?”

                      La pequeña, que apenas asoma la cabeza detrás de María, responde con la solemnidad de una juez en un juicio importante: “Me gusta, pero Elijah es demasiado grande para eso. Necesitaría tres capas como esa...”

                      Primrose asiente como si esa fuera la opinión más sabia que jamás haya oído. “¡Sabía que Timo tenía buen gusto!”

                      Mientras tanto, María, con los brazos cruzados y su voz firme, está discutiendo con un vendedor que insiste en que un pañuelo puede servir como abrigo para Pizz. “No sé qué tipo de goblins conoce usted,” dice con tono seco, “pero el nuestro tiene orejas que podrían servir de velas en un barco.”

                      El vendedor intenta protestar, pero María levanta una ceja, y aunque no puede verle, su expresión transmite perfectamente que no está para tonterías.

                      Rachel consulta la lista por enésima vez. “Primero, algo para Bailey. Es... bueno, muy alta.”

                      El vendedor, que hasta ese momento había estado peleándose con un nudo, se detiene. “¿Alta cómo?”

                      “Casi dos metros,” responde Rachel.

                      El hombre parpadea. “Ah. Pues... no tengo nada para... eso.”

                      Primrose, siempre optimista, señala un montón de mantas gruesas. “¡Podemos envolverla con una alfombra gigante!”

                      “Claro, seguro que le encantará,” murmura Rachel, moviendo los ojos mientras pasan al siguiente puesto.

                      Para Pizz encuentran un abrigo rojo que parece haber pertenecido a algún niño humano con un sentido de la moda dudoso. Tiene botones de latón y un bordado que dice “Pequeño Capitán.” Rachel lo sostiene como si tuviera algo pegajoso. “Pizz va a odiarlo.”

                      “Pero lo usará,” replica María, sin pestañear.

                      El abrigo para Elijah se convierte en un desafío monumental. “¡Este hombre es un gigante!” se queja un vendedor mientras rebusca entre capas y mantos que podrían usarse como tiendas de campaña. Finalmente, encuentran una chaqueta de cuero reforzado que parece resistir tanto el frío como los hombros de Elijah.

                      Con las bolsas llenas y los ánimos divididos, Primrose sigue liderando el grupo, aunque no lleva nada suyo. “¡Esto ha sido divertidísimo!” dice con una sonrisa brillante.

                      “Si por divertido te refieres a agotador, sí,” murmura María.

                      Timo, alzando la mano como si estuviera en clase, señala: “Prim, tú no has comprado nada.”

                      “Porque no tengo frío,” responde con la misma sonrisa.

                      Rachel suspira mientras mira las bolsas. “La próxima vez, enviamos a Bailey sola. Quiero ver a algún vendedor discutir con una mujer de dos metros que podría levantar su puesto entero sin pestañear.”

                      María asiente mientras el grupo se pierde entre los gritos de los comerciantes, con Timo sujetando una de las bolsas como si acabara de ganar un trofeo.

                      Obtenéis ropas de montaña x 6, ropa interior x 6 y un cazo de metal.

                      Obtenéis 4 monedas de oro.

                      • Isolee

                          LVL:  148
                        • Editado

                        María y Rachel

                        Barrio Comercial de Daggerford
                        Tarde

                        Después de un día agotador regateando y vendiendo armas, el grupo decide buscar algo para comer en el puerto. El bullicio de los comerciantes y el sonido de las olas rompiendo contra los muelles les guía hacia una fila de puestos de comida improvisados. Cada uno ofrece platos que huelen más deliciosos (o sospechosos) que el anterior.

                        Timo, con una manzana ya terminada en la mano y una mirada de niña experta en mercados, es quien se adelanta. “¡Tenemos que probar esto!” exclama, señalando un puesto decorado con conchas marinas y redes colgantes. El vendedor, un hombre delgado con un sombrero que parece haber sido pescado del océano, ofrece un plato que describe como mejillones en salsa picante al estilo de las Islas Nelanteras.

                        “¿Mejillones?” pregunta Primrose, arqueando una ceja. “¿No se supone que son esos bichos que se pegan a las rocas? ¿Estamos seguros de que esto es comida y no decoración del puesto?”

                        Timo rueda los ojos con la exasperación de quien sabe mucho más de lo que aparenta. “Son deliciosos. Mi hermano siempre dice que te hacen fuerte si comes suficientes.”

                        “¿Fuerte como un caballero de Torm o fuerte como una cuerda vieja?” pregunta Primrose, pero el hambre finalmente la convence de quedarse.

                        El grupo pide una ración grande, que el vendedor sirve en un cuenco humeante de madera. La salsa es de un color rojo profundo, con trocitos de especias flotando y un aroma que mezcla mar y fuego. Rachel, con su actitud siempre pragmática, prueba el primero, asintiendo con aprobación.

                        “Está bueno. Un poco picante, pero bueno,” dice, y eso parece suficiente para convencer a María, que prueba con cuidado antes de asentir también.

                        Primrose, aún reticente, toma uno con la punta de los dedos, mirándolo como si fuera un animal que podría morderla de vuelta. Finalmente lo mete en la boca, y sus ojos se abren como platos. “¡Por Chauntea! Esto está buenísimo.”

                        Timo, con una sonrisa de triunfo, cruza los brazos. “Te lo dije.”


                        Al atardecer, Primrose se acerca primero a un hombre robusto que carga un barril cerca de una taberna. “¡Disculpe! ¿Podría decirnos dónde están los templos de la ciudad?”

                        El hombre deja el barril con un bufido y responde. “El templo de Chauntea está en la plaza principal. Difícil perderlo, tiene una fuente delante y todo está lleno de flores, incluso en invierno.”

                        “¡Perfecto! ¿Y el de Sune?”

                        “Eso está por el barrio noble,” responde el hombre, algo distraído mientras limpia sus manos en un trapo. “Todo dorado y lleno de espejos. Ya sabéis, muy... ornamentado.”

                        Primrose sonríe ampliamente. “¡Me encanta!”

                        El hombre suelta una carcajada y señala hacia una calle lateral. “Por ahí. Aunque, si sois de los que buscan confesión, quizá mejor intentad con Chauntea.”

                        Rachel, agradeciendo la información, decide preguntar con cautela. “¿Y algún otro templo menos... popular? Algo diferente.”

                        El hombre levanta una ceja, pero se encoge de hombros. “Pues hay uno dedicado a... Mask, creo. Está más cerca del puerto. No sé si llamarlo un templo o un escondite, pero dicen que hay quien va allí cuando tiene problemas. O... necesidades menos santas.”

                        Primrose parece intrigada, pero Rachel nota que María frunce ligeramente el ceño.

                        Al caminar hacia el siguiente cruce, se topan con una pareja de mujeres elegantemente vestidas, conversando animadamente. Primrose, sin pensarlo dos veces, se acerca. “Perdonad, ¿sabéis algo de un templo de Vecna por aquí?”

                        Las mujeres detienen su charla de inmediato, mirándolas como si acabaran de sugerir bailar desnudas en la plaza. Una de ellas lleva la mano al pecho, visiblemente escandalizada. “¡¿Vecna?! Ese culto está prohibido en casi toda la Costa de la Espada. ¿Cómo os atrevéis siquiera a mencionarlo?”

                        “¡Barbaridades!” añade la otra, alzando el mentón mientras observa a Timo con un gesto reprobatorio, como si la niña fuera cómplice de la supuesta blasfemia. “Espero que no enseñéis cosas tan horribles a esta pobre criatura.”

                        Rachel intenta calmar la situación, pero las mujeres se alejan rápidamente, lanzando miradas de desprecio y murmurando algo sobre “bárbaras incultas” mientras desaparecen entre la multitud.

                        Primrose mira a Timo y se encoge de hombros. “Creo que no les ha gustado nuestra pregunta.”

                        Antes de que puedan discutirlo más, un hombre delgado con una capa deshilachada se les acerca, su sonrisa amplia. “¿Vecna? Oh, claro, está prohibido, mal visto, todo eso,” dice, con un tono que sugiere que está a punto de contar un secreto que no debería. “Pero, ¿sabéis? Cuando uno está entre la espada y la pared, las opciones se reducen. Y Vecna, bueno... no juzga. No pide grandes sacrificios de virtud. Solo soluciones, rápidas y eficientes.”

                        Rachel lo mira con recelo, pero Primrose, siempre intrépida, da un paso al frente. “¿Y dónde exactamente podríamos encontrar algo relacionado con Vecna?” pregunta.

                        El hombre se detiene, su sonrisa perdiendo algo de brillo mientras escanea el entorno como si buscara oídos indiscretos. Luego saca un pequeño trozo de papel arrugado y garabatea algo en él con un lápiz corto y mordido. Con un gesto teatral, se lo entrega a Primrose, pero no antes de mirarla directamente a los ojos.

                        “Ve a este lugar,” dice en un susurro, “pero solo a medianoche. Y solo si vas con buenas intenciones. Porque, de otra forma... bueno,” su sonrisa se torna más oscura, “Vecna lo sabrá.”

                        Primrose, encantada con el misterio, guarda el papel como si fuera un mapa del tesoro. Rachel, menos convencida, cruza los brazos. “¿Qué pasa si no vamos con buenas intenciones?”

                        El hombre ríe suavemente, un sonido que no tiene nada de divertido. “Oh, querida, si no sois sinceros, probablemente no tendréis que preocuparos por nada más en esta vida.”

                        Con eso, se pierde entre la multitud, dejándolas con el papel.

                        Rumores obtenidos:

                        En el templo de Sune:
                        “Hay quienes dicen que el templo de Lathander ya no es lo que era. Desde que el antiguo sacerdote desapareció, el lugar parece más apagado, como si la luz del amanecer no llegara a brillar igual. Una de las acólitas de Sune asegura que el nuevo sacerdote no tiene la misma fuerza de voluntad y que parece demasiado... dispuesto a aceptar influencias externas. No quiero señalar a nadie, pero cuando las sombras empiezan a alargarse, hay quienes se sienten más cómodos mirando hacia otro lado que enfrentándolas.”

                        En el templo de Chauntea:
                        “Los granjeros de la región cuentan que el templo de Chauntea está recibiendo más donativos que nunca, pero que buena parte de ese oro no va para el templo, sino para la gobernadora Morwen. Dicen que Garas Kaleth supervisa personalmente las ‘donaciones’ para asegurarse de que nada se ‘pierda.’ Aunque, por supuesto, ni Chauntea ni sus sacerdotes reconocen nada de esto.”

                        Cerca de lo que parece una sinagoga de Mask:
                        “Entre los susurros del puerto, aseguran que Celyne se reunió en secreto con un agente de Mask hace apenas unas noches. Según dicen, el elfo oscuro que acompaña a Morwen podría estar relacionado con una red de espías de Mask, y no todos en el gremio de ladrones están contentos con eso. Algunos creen que esta alianza es parte del plan de Morwen para consolidar su poder... aunque a costa de los vínculos que mantiene con los ladrones locales.”

                          • sora63

                            LVL:  182

                          Mensaje de Bailey @KatamariRoller para Ronan @Lyn (y los másters)

                          Cada ejercicio físico es una nueva oportunidad para que Bailey ponga a prueba su forma humana. Es perfectamente consciente de que no es exactamente el cuerpo que tenía originalmente, sino algo distinto. Más fuerte, más sano si cabe. Cada paso en el camino y cada salto para sortear una raíz de árbol es una demostración de esa diferencia. Y no está del todo seguro si debería aceptarla con gratitud o desconfiar de ella.

                          Por el momento, al menos, parece que juega a su favor.

                          Desenterrar el anillo no le cuesta tanto esfuerzo como esparaba, pero soportar su monólogo ya es otra cosa. Bailey es muy consciente de que hay algo muy malévolo y manipulador en esa voz, así que inmediatamente levanta sus defensas y refuerza su desconfianza ante cada palabra que resuena en su mente. No necesita que nadie le diga que debe evitar escucharlo, y eso es lo que hace, dentro de lo posible. La joven toma la cadenita de la bolsa que contiene el anillo y se la envuelve alrededor de la muñeca. Normalmente se la habría colgado del cuello, pero hasta ahí llega su desconfianza en lo que sea que la joya contiene.

                          Con mirada dura, Bailey escucha a Ronan responderle al anillo y asiente sin decir palabra, mostrándose de acuerdo y decidida a continuar con el plan. Entonces, sin perder el tiempo, da media vuelta y comienza a caminar otra vez hacia Daggerford. Cuanto antes se deshagan de esta baratija maligna, mejor.

                            • Lyn

                                LVL:  90
                              • Editado

                              Ronan y Baley

                              ]<Isolee Piensa, Ronan. ¿Estás dispuesto a apostar lo que queda de ella solo por demostrar que las sombras no son su salvación? Porque la luz de Lathander... ah, esa luz puede ser mucho más cruel de lo que imaginas.”
                              Ronan duda y se maldice por eso. Es cierto que recuerda como sus manos atrapaban a Milly impidiéndole escapar del cuchillo de Elijah ,eso lo atormenta y el anillo revive sus culpas. Tanto la de ecos lejanos de Innisport como las de este mundo. A Ronan no le gusta sentirse así. Por eso vuelve a aferrarse a Baley.
                              sora63 Con mirada dura, Bailey escucha a Ronan responderle al anillo y asiente sin decir palabra, mostrándose de acuerdo y decidida a continuar con el plan. Entonces, sin perder el tiempo, da media vuelta y comienza a caminar otra vez hacia Daggerford. Cuanto antes se deshagan de esta baratija maligna, mejor.
                              Y vuelve a ser firme gracias a si mismo y a ella. Por eso la sigue sin pestañear.
                              -Sì, volvamos rápido Baley .!<que

                              • sora63

                                LVL:  182

                              "¡Qué habilidad tenéis regateando!" María habla con sus amigas en el puesto de comida, mientras disfruta de una buena ración de mejillones "el cómo le has sacado tantas monedas a ese tipo es increíble. ¡Me tendrás que enseñar, maestra!" exclama María, con emoción no fingida, mientras recuerda el cómo seguían hablando ésta mañana.

                              Los mejillones estaban mucho más buenos de lo que pensaba "el picante igual era muy fuerte... pero veo que no" en sus manos todavía nota el agua al vapor de la olla, y en su nariz entran las especies más picantes sin que le resulte molesto en absoluto. "Hay muchas cosas ricas en el mar, Primrose. Deberíais aprovechar, de donde vengo, éste plato seria mucho más caro" por eso no lo había probado hasta ahora, pero no lo había decepcionado.


                              Las visitas de la tarde son provechosas de verdad. Aún siendo pequeña, Daggerford estaba llena de vida y diversidad de gente, recordándole a la propia Innsport en cierta manera, o eso creía.

                              Sus visitas le dan todavía más preguntas, que discute con Rachel durante la vuelta a la posada. "Bueno, lo hablamos con el grupo" acaba diciendo María "¿Mañana tenéis que ir muy pronto a la mansión, chicas? Llevo hablando todo el día de fiestas de pijamas, pero al final no hemos comprado nada...

                              Bueno, para la próxima vez" acaba diciendo. "Si no tienes dinero, ¿prefieres que te armen en la mansión? Viendo el material de las armas no estaba muy para allí, aunque no hemos entrado en armerías especializadas... quizá mañana."

                              El día acaba rápidamente, con María yendo a dormir algo más tarde de lo usual.

                              Era normal. Mañana era el día.

                              • Isolee

                                  LVL:  148
                                • Editado

                                Elijah y Pizz

                                Barrio Comercial de Daggerford
                                Noche

                                Elijah y Pizz, tras refrescarse en la playa y recuperar algo de energía, se dirigen a un discreto edificio situado en una callejuela oscura al sur del mercado. El lugar, conocido localmente como La Casa del Comercio Justo, es un eufemismo para lo que no es más que el gremio de ladrones de Daggerford. La fachada es modesta, con un cartel de madera tallado que muestra una balanza desproporcionada, como si quisiera transmitir un sentido retorcido de equilibrio.

                                El interior es una mezcla de taberna y sala de reuniones, con mesas desgastadas y bancos desiguales. La iluminación es tenue, proveniente de unos pocos candiles estratégicamente colocados. En el aire flota el aroma a tabaco rancio, mezclado con el de cerveza barata y un toque de especias exóticas. Los clientes son una variedad pintoresca: un humano con cicatrices que recorren su rostro, un enano calvo que pule con obsesión su daga, y una elfa con orejas adornadas por múltiples pendientes. En una esquina, una tieflin de cabello rojo intenso y ojos verdes destaca entre la multitud. Elijah, al verla, siente que algo en su rostro le resulta vagamente familiar, como si lo hubiera visto antes en otro lugar. Observa cómo la tieflin conversa brevemente con un hombre corpulento. Tras el intercambio, ambos se dirigen hacia una escalera cercana para subir.

                                En una de las paredes cuelga un pergamino enmarcado, visible para todos, titulado "Decálogo de la Sociedad". El documento enumera los principios básicos del gremio:

                                1. No te pelees con los socios... al menos aquí dentro. Fuera, bueno, ya es cosa vuestra.
                                2. Si robas dentro de estas paredes, serás tú quien pierda algo, probablemente los dientes.
                                3. Discutid si queréis, pero los problemas gordos los resolvemos con una moneda al aire... y el mediador del gremio.
                                4. Un cuarto de lo que ganes, va para el gremio. Es el precio de que no tengas que mirarte siempre la espalda.
                                5. Cumples las normas, y el gremio te protege. No las cumples, y el gremio también te buscará, pero no para protegerte.
                                6. Robar a otros socios está prohibido. Aunque lo logres, no lo harás dos veces.
                                7. No robes a quien no pueda permitirse perder. Deja las manos en tus bolsillos si el objetivo tiene remiendos en la ropa o hambre en los ojos. Mejor un aliado agradecido que un pueblo con antorchas.
                                8. Apunta siempre hacia los nobles y comerciantes opulentos. Si ellos comen faisán cada noche, no se darán cuenta si falta una copa de plata... o diez, pero no seas avaricioso.
                                9. No preguntes demasiado y nadie te buscará problemas. Pregunta más de la cuenta, y los problemas te encontrarán.
                                10. Recuerda, este no es un gremio de ladrones cualquiera. Este es tu gremio de ladrones. Trátalo con el respeto que merece.

                                Detrás del mostrador, una vieja gnoma los observa con gafas ligeramente caídas por el puente de la nariz. Su pipa larga y fina emite un humo azulado que forma espirales perezosas en el aire. Los examina de arriba abajo con ojos pequeños y agudos antes de hablar con una voz áspera, pero tranquila.

                                "La tarifa es anual: cinco monedas de oro," explica la gnoma, señalando con un dedo nudoso el decálogo en la pared, donde las normas del gremio se exponen con letras grandes y claras. "Debéis aceptar los estatutos tal como están ahí escritos. Y recordad: el 25% de lo que ganéis va al gremio. Si preferís no contribuir… bueno," añade, dejando que una voluta de humo de su pipa se eleve y se disipe lentamente en el aire, "puede que recibáis una visita de algunos de nuestros estimados colaboradores. ¿Alguna pregunta?"

                                El silencio se apodera de la escena mientras Elijah y Pizz intercambian una mirada. Finalmente, ambos asienten brevemente. Sin mediar más palabras, se dan la vuelta y salen de la sala, cruzando la puerta con el decálogo aún presente en sus mentes.

                                De regreso a la posada, sus pasos resuenan en las calles en calma, el aire fresco de la noche envolviendo la ciudad como un manto silencioso.

                                • Isolee

                                    LVL:  148
                                  • Editado

                                  Rachel

                                  La taberna está en pleno apogeo, el aire denso con el aroma de cerveza derramada, sudor y el inconfundible olor de la cena demasiado especiada en el fuego. Sentado sobre una mesa, con una pierna colgando y la otra apoyada de forma teatral, está Thorian, rodeado por un pequeño grupo de parroquianos, todos riendo a carcajadas. Una jarra de cerveza a medio vaciar descansa junto a él, ignorada en favor de su espectáculo.

                                  "Y entonces," dice Thorian, con la voz modulada a modo de cuentacuentos, "la dama le mira, completamente ofendida, y dice: '¿De verdad pensaste que un ramo de margaritas iba a arreglar esto?' Y el caballero, un hombre de muchas virtudes pero muy pocas luces, responde: 'Bueno, eran las únicas flores que tu madre no me tiró a la cara la última vez.'"

                                  Las carcajadas estallan como un trueno en la sala. "¡Pero espera!" exclama Thorian, levantando un dedo para silenciar al público. "Eso no es lo mejor. La madre, una mujer de armas tomar, entra en escena en ese momento y dice: '¡Espero que te guste dormir en el establo, porque es lo más cerca que estarás de mi hija esta noche!' Y bueno, ahí fue cuando el caballero entendió por fin que quizás la honestidad no era siempre la mejor salida."

                                  Las risas resonaban aún cuando Rachel entra en la taberna, su guitarracha al hombro y el cabello algo revuelto por el ajetreo del día. Thorian la ve y su rostro se ilumina con una sonrisa de bienvenida. "¡Rachel! ¿Cómo ha ido el día? ¿Algún dragón abatido, algún noble embaucado, o te has limitado a fascinar al mundo con tu encanto?"

                                  Rachel se acerca con una media sonrisa. "Nada tan emocionante, pero he cumplido con mi deber. ¿Y tú? Parece que estás conquistando corazones."

                                  Thorian se encoge de hombros con fingida modestia. "Entretener a la plebe es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo. ¿Qué tal si lo hacemos juntos? Una canción siempre mejora el espectáculo."

                                  Rachel no tarda en sacar la guitarracha, y lidera al dueto en su melodía:

                                  La taberna se llena de aplausos y palmas al ritmo de la música, y por un momento, todo el lugar se siente más cálido, más vivo, como si las preocupaciones se hubieran quedado fuera, al menos por una noche.

                                  Has obtenido 9 mp.

                                  • Isolee

                                      LVL:  148
                                    • Editado

                                    Elijah, Pizz, Rachel y María

                                    18 Kythorn (Junio) de 1372DR

                                    El amanecer baña el comedor de la posada con una cálida luz dorada. El aroma a pan recién horneado y tocino llena el aire mientras los miembros de la compañía llegan uno a uno. Elijah está ya sentado, sirviéndose una bebida humeante, mientras Pizz se acomoda frente a un plato de salchichas de jabalí con una mirada hambrienta. Rachel afina su guitarracha con movimientos perezosos, y María, tranquila, busca con cuidado su taza. Thorian parece haber salido antes del amanecer.

                                    Primrose entra con Timo a su lado, la pequeña aferrada a su brazo mientras bostezan juntas. Sin embargo, los ojos de Primrose no tardan en posarse con disgusto en Pizz, observándole como quien espera que haga algo inconveniente en cualquier momento.

                                    El ambiente es tranquilo, roto solo por el tintineo de cubiertos y el crujido del pan al partirse. Aunque la tensión entre algunos miembros de la compañía sigue presente, el desayuno trae un momento de calma antes de empezar un día crucial.

                                    • Tombi

                                      LVL:  56

                                    — 5 monedas de oro, ORO! Y Pizz puede hacer magia, MAGIA!!

                                    • sora63

                                      LVL:  182
                                    • Editado

                                    María está la primera de pie de todo el grupo. Si no fuera por el ajetreo del puerto y la dura vida marina, sería de las primeras de la posada, también.

                                    No ha dormido bien. Éste día era importante. Habían hecho todo lo posible... ¿pero sería suficiente? Todavía con poca luz, se da una libertad de pasear a Esclavo y estirar las piernas "vamos, chico" dice, sonriendo muy muy levemente. Almenos podría probar su nueva ropa.


                                    (//Un poco moderna la ropa, lo sé, pero la imagen me ha salido bien así que me la quedaré).

                                    Al volver al bar y sentarse, María tiene la mirada baja, mojando las hogazas de pan recién horneando en un vaso de leche fresca que acaba de pedir. El humo todavía sale de la taza, humeante. Espera que a todos estén en la mesa. Y empieza a hablar sin esperar a nadie.

                                    "Vamos a repasar lo que sabemos" sentencia "ayer fuimos con las chicas a curiosear por la ciudad, y escuchamos cosas interesantes" empieza a hablar para poner al día a Elijah y Pizz, y repasar la información en su mente "básicamente, la mayoría de los templos más comunes son más bancos que templos hechos y derechos. Lady Morwen los usa para ganar dinero, y parece que Garas está metido también. Sólo son habladurías, pero ya sabéis que algo de bueno tiene."

                                    "Lo importante" muerde el pan huntado con lentitud, mientras repasa lo sucedido "es el templo de Lanthander. Parece que el sacerdote no es tan bueno como el anterior. Quizá eso no es más que chiquilladas, parece haber una fuerte competencia entre ellos. Pero ya leímos en la cronología que el hermano de Cedric era muy bueno en lo suyo."

                                    "Y por otro lado está... ya sabeis" todavía recuerda la mala experiencia del otro día, y baja su voz, ya baja "su culto está prohibido en la ciudad. Pero está creciendo cada vez más. La gente cree que se sacerdotisa puede hacer milagros, pero los cobra con oro. Tenemos una buena pista... pero sólo se abre para la noche."

                                    (//Podéis leer los que estáis nuestro mensaje de ayer por la tarde, digamos que éstos son los pormenores pero puedo haberlo contado con más detalle).

                                    María se hunde en la silla, esperando respuestas.

                                    "Con Rachel hablábamos que, por contrato con Ronan, tenemos que confiar en ellos. Sería de mala educación no hacerlo, tras lo bien que salió la reunión...

                                    ... pero... ¿y si no es suficiente? ¿Y si hay que encontrar al hermano de Cedric? ¿Hay algo que se nos escapa?

                                    ... ¿Y si hay que encontrar a una persona que lleva años desaparecida, podemos hacerlo para empezar en tan poco tiempo? No sé... qué pensáis." acaba de hablar por fin, moviéndose de un lado a otro de la silla, con la energía suficiente para empezar a trabajar, pero sin saber donde dirigirse exactamente.

                                    Maldita sea. Si tan sólo Milly estuviera aquí, sabría exactamente por dónde empezar...

                                      • Milipu

                                          LVL:  126

                                        sora63 Tenemos una buena pista... pero sólo se abre para la noche

                                        -¿Una buena pista para qué? Lo de Milly ya se ocupan los sacerdotes y después tenemos dos encargos, un robo y un asesinato, no veo en qué nos interesa investigar a los templos o sacerdotes