Elijah y Pizz
En la costa, bajo el rugido del viento y el salitre envenenado, Pizz se adelanta. El goblin no necesita mucho: basta con su risa y la violencia absurda de sus trucos. Estallan frascos de alquimia infecta, humo negro con olor a vísceras, espejos rotos que reflejan soldados donde no hay más que niebla. Las torres de madera giran sus rostros sin ojos hacia el engaño.
Mientras tanto, Elijah se desliza entre las rocas, envuelto en la grieta que él mismo abrió. No deja huellas. Solo avanza..
Los conjuradores del norte comienzan a sospechar, a virar su atención de vuelta. Demasiado pronto.
Thorian ya está en movimiento.
No grita, no corre. Se arrodilla sobre una piedra mojada, abre su grimorio encuadernado en piel de foca vieja, y arranca una hoja, escrita en la tinta de un calamar muerto en un eclipse. Se la lleva a la boca. La mastica. La traga.
Sus ojos se apagan un instante, y luego arden en blanco. El aire huele a resina quemada y leche agria.
"Os devuelvo vuestras palabras maldichas. Que se os pudran en la lengua", susurra.
Y la magia responde.
Uno de los encapuchados empieza a temblar. Su boca se alarga, se parte en dos. Las mandíbulas se abren más allá del hueso y del sentido. Un enjambre de gusanos blancos sale a borbotones, rebosando por su garganta como leche vomitada de un cadáver.
Otro cae de rodillas, balbuceando en un idioma que nadie enseña ya. Su cráneo se hunde hacia dentro, absorbido por su propio cerebro, y de sus cuencas estallan zarcillos de carne, como raíces de una flor que nunca debió germinar.
Un tercero arde en silencio. No con fuego, sino con plumas incandescentes que le nacen desde dentro. Cae, retorciéndose, mientras su torso se abre como un libro quemado por dentro.
Los demás huyen. No combaten. Huyen. Porque han visto a Thorian romper las leyes de la razón, y han comprendido que la magia del Sabio no responde a ninguna escuela.
Thorian guarda el libro. Respira con dificultad.
"Ya está", dice, manchado de saliva negra—. "La sangre ha hablado."
Y ante ellos, al fondo del pasillo de piedra, la entrada norte del campamento cede.
Se abre como una grieta en la tierra.
Oscura. Ancha. Palpitante.