Equipo abajo
El joven sacerdote se vuelve hacia el soldado con un aire pensativo, casi distraído, y se ajusta el manto oscuro antes de hablar.
"Esperad aquí un momento", dice con voz tranquila, casi amable. "Si lo que dicen es cierto, uno de los intrusos usa magia impía. Será mejor que me provea de agua consagrada, por si las bendiciones no bastan."
El soldado asiente, tragando saliva.
"¿Impía, dice?"
"Tan impía como para inquietar al capitán de la guardia", responde el muchacho con una media sonrisa. "Y eso ya es decir."
Sin añadir más, el sacerdote cruza el patio bajo la lluvia. La capa se le pega al cuerpo, y el reflejo de la antorcha vacila sobre los charcos a sus pies. Llega a la puerta del edificio más cercano, la empuja despacio y desaparece dentro, dejando tras de sí un hilo de luz que la tormenta apaga enseguida.
Turno 1
El guardia apostado junto al muro lo sigue con la mirada hasta que la puerta se cierra, y entonces se permite relajarse. Se acerca al compañero que está junto al abrevadero, dándole de beber a su caballo, dejando el muro desprotegido, y comenta en voz baja:
"Ha ido a por agua consagrada. Dice que uno de los intrusos lanza hechizos."
