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Elijah
Elijah y Aaron se adentran con paso sigiloso por el pasadizo, que bien podría confundirse con una antigua catacumba. El ambiente húmedo se adhiere a ellos, impregnando todo con un aroma a tierra que casi se puede masticar. Las telarañas, omnipresentes, parecen jugar a ser cortinas macabras en cada recoveco, y cada tanto, el fugaz destello de sus móviles con la linterna encendida espanta a alguna que otra rata asustadiza.
"¿No te recuerda esto a 'Las minas de Moria'?", bromea Aaron, mientras su móvil ilumina las paredes del pasadizo. Esta construcción es una mezcla de estilos arquitectónicos y simbologías enigmáticas, como si se hubiera construido en distintas fases. Grabados misteriosos y símbolos indescifrables se mezclan con inscripciones en gaélico, apenas legibles, en las paredes erosionadas.
Con cada paso, se sumergen aún más en este laberinto subterráneo, hasta que se encuentran ante una encrucijada. Un camino sigue hacia el sur y otro se bifurca al este. Se miran, conscientes de que la elección del camino a seguir podría cambiarlo todo.
Tira un dado, Elijah