La imagen que está proyectando ahora Xbox es la de una compañía sin rumbo definido que está literalmente quemando billetes. El retorno es bajito, y en algunos casos no lo hay. Así que lo realmente raro sería que nadie se preocupase por eso. Leído así puede parecer una crisis y que mañana cierran Game Pass, pero es un proceso normal y habitual en cualquier empresa grande que esté en una etapa de quemar pasta.
A Phil Spencer le debe preocupar este 2023, ya que deben demostrar que merecen esa confianza, no con números, pero si con otro tipo de ruido mediático. Ahora mismo hablar de Xbox es hablar de sequía, y eso no ayuda cuando quieres gastarte 73.000 millones de dólares.