(Podéis leer el spoiler, es para que no ocupe espacio).
El sol desaparece con pereza a través del horizonte. Hoy, en la gran mayoría de ciudades, era un día de jolgorio y alegría, lleno de puestos de comida, bebida, de artesanos mostrando sus filigranas a algún noble de poca monta despistado. Otros rezan para que las futuras cosechas traigan una cantidad de frutos para pasar el futuro invierno sin penurias. Otros vuelven de faenar en alta mar, preparandose para pasar las siguientes horas degustando el éxito de sus días y semanas aislados del planeta.
Pero en el Cerdo Combatiente éste era uno de los días más aburridos del año. Con mucha diferencia. Los problemas venían antes o después, no durante el solsticio. En el recinto, hay un puñado de borrachos sin mejor sitio donde caerse muertos y dos ilusos que han puesto su misión en el tablón hoy, exigiendo hablar con el encargado para que se resuelva ésta misma noche. “Si mi jefa se entera que Los Goblins Traviesos me han robado la caja del negocio, me corta los huevos” se justifica uno, quejándose al aire.
Para su desgracia, Victor está de farra en puerta de Baldur. Y Max se ha tomado el día libre para... para quien sabe qué, poniendo a Erdwan como encargado temporal. Una misión digna de un mercenario de élite del gremio, dijo el muy cabrón.
Así que Erdwan está haciendo guardia, ocupado en cosas importantes, como probar la nueva cerveza de Adolfo y contando sus épicas gestas a su, para variar, compañero, en masculino. “Fíjate si el Conde Bracamonte está contento con nosotros, ¡tenemos ahora los mejores pastelillos de toda la comarca!”
Su compañero se acaba de chupar los dedos, mostrando una media sonrisa “por una vez estamos de acuerdo, Duneddair”

“Aunque me decepciona lo que me dices. Han pasado dos meses, ¿y sólo habéis mejorado el negocio de Alfonso? No se sabe nada de Rorg, ni de los herejes demonólogos, ni se han erradicado los vampiros de Beregost... Y otros horrores que prefiero no recordar. Las aldeas se alejan cada vez más de la luz de la mañana. Mientras estáis aquí, el mundo gira y se pudre” el tiefling suspira, mientras mueve su vaso lleno hasta arriba de agua con hielo.
Ya estamos otra vez, piensa Erdwan. “Venga hombre, no todo está tan mal. Ahora el bosque cercano es seguro. Y Victor ha hecho cosas, creo. Y... ¡Oh sí! Ahora el Puño Llameante ha empezado a trabajar y todo, aunque van a limpiar una ciudad a dos meses a carreta de aquí. ¡Igual de aquí a dos años hacen algo útil en Puerta de Baldur! Quizá por fin puedas pedirles un autógrafo, O’Mel.” Erdwan se parte de risa mientras le da unas palmadas de consuelo al sacerdote, que mira al bardo con cara de derrotado, pensando en si darle lecciones sobre la Luz de Lanthander y de su brillo limpio de color y forma (otra vez), o mandarlo a la puta mierda.
Pero Erdwan sigue hablando, deteniendo las quejas de su compañero de copas, y aquí es donde nos pararemos a escuchar “¡Lo que me recuerda! Creo que por ahí pasaba Thorian... sí, deberían estar por ahí, por el tiempo que ha pasado. ¡Vaya, que nostalgia así de repente! Espero que estén bien” Erdwan sonríe al ver que Melquíades levanta una ceja de interés “¿querías algo interesante? Pues escucha esto, tío: Viajeros de otro plano, y no es uno demoníaco. Todos humanos. Y todos ellos muy divertidos. ¡Y en su primera misión encontraron nada más ni nada menos que un lobo gigante y unicornio primigenio!” Melquíades no puede esconder su cara de sorpresa “No me jodas, Erdwan.” “¡Que me caiga muerto ahora mismo si miento!” El elfo se levanta emocionado, apoyándose en la barra y sentándose en ella, mientras toca algunos acordes de su laúd, empieza a contar la historia, dando un ambiente de recitativo secco
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“Un mundo pulcro, de humanos y para humanos. Un mundo extraño, seguro y acogedor. ¡Donde un niño puede caminar sin miedo! Así me lo imagino. Yo los vi andar aquí, dar sus primeros pasos como aventureros. Tres chicos adolescentes yo vi: Un soñador llamado héroe de dos mundos, un fuerte guerrero alto y de piel de mármol oscuro. Un valiente cazador, soñador y de corazón puro, salido de un cuento. Yo vi a esos tres muchachos, es cierto, verdadero y puro. ¡Que me parte un rayo si miento!
Erdwan cambia ligeramente su forma de tocar. Se pone de pie. No podía evitarlo: tenía que darlo todo, si hablaba de mujeres. Estaba seguro que Jackie, Ronan y sobretodo Elijah le perdonarían.
“Tres chicas adolescentes yo vi:
Una atrayente barda de aspecto electrizante y de talento tan extraordinario como su arma.
Una adorable reportera, curiosa, imparable y radiante.
Una unicornio espléndida, bella como las mañanas de montaña con el cielo en calma.”
“¡Sí, sí! Yo vi a esos tres muchachas, es cierto, verdadero y puro. ¡Que me parte un rayo si miento!”
Erdwan deja el laúd, y da una reverencia ya de pie en la barra. Su increíble público de seis personas aplaude y pide más “muchas gracias, ¡para más historias tendréis que venir mañana!” y tras dejarles unos segundos de quejas, Erdwan vuelve a subirse a la barra, en un gesto tan repetido como estudiado y efectivo. “De acuerdo, de acuerdo. ¡Venga, un par de rondas más! ¿Alguien invita?”
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Cada vez es más de noche en el Cerdo Combatiente. Erdwan acaba su función, ovacionado, y recibe cero monedas de cobre y dos borrachos poniéndose muy babosos. Y una ronda de cerveza gratis. No está mal, viendo que eran cinco personas en total.
“No sabía que tocaras zapateado” dice O’Mel cuando se quedan por fin a solas, con un aire divertido “es música de una región bastante lejana, ¿verdad?”
Erdwan se acerca agotado a él. Tiene su tercera cerveza en la mano, y cada vez está más contento, en muchos sentidos “Sí. Faude sabe bailarlo a la perfección. Tendrías que verla, amigo. Es como el fuego del alcohol: una llama extremadamente bella, pero igual de peligrosa. Me costará, pero conseguiré que se siente en mi cara, ya verás.” el bardo se ríe feliz, y despreocupado. Tras tanto tiempo sin verle – tres meses -, necesitaba hablar con Mel más de lo que quería admitir.
Su acompañante pone los ojos en blanco. Ya estamos otra vez. Pero hoy no va a pincharle mucho, se ha dado cuenta de algo importante, así que aprovecha para cambiar de tema antes que Erdwan le cuente sus fetiches. Otra vez. “No es propio de ti esconder a tus intereses, Duneddair. Dijiste tres chicas adolescentes, pero hablaste de dos y un unicornio.”
Erdwan sigue mirándolo, sin perder su sonrisa. “No he mentido... la adolescente unicornio es una chica. O era. Creo. Ya te explicaré más cuando vuelvas. Pero sí he escondido a la chica más interesante” su boca se tuerce a un gesto más pícaro. O’Mel le responde sin cambiar ni un poco su posición con el puño apoyando en su cara.
“A ver, ilumíname. ¿Qué tiene de especial? ¿Tiene tetas como dos jarras de cerveza? ¿O la piel muy suave y su culo muy grande y blandito? ¿Se sentó en tu cara, por fin, o algo igual de desviado? ¿O era su piel? Nunca me queda claro qué tipo de piel te gusta, cada vez me dices algo diferente.”
Erdwan le corrige rápidamente “¡Oh no! Nada de eso. Las tres tenían un cuerpo de humana adolescente normal. Eran guapas, sí, pero su mundo parecía mucho más fascinante. Es una pena... me arrepiento de no pedirles que me dieran clases directamente” recuerda cuando hablaba con Rachel y Milly mientras les tomaba el pelo. Erdwan había visto y vivido mucho, pero era la primera vez que conocía gente de otro plano... Se quita los pensamientos de la cabeza “pero volviendo al tema. Había una chica más. Una vidente ciega. Sincera como la luna llena, peculiar como el agua roja, y llena de demonios y cárceles internas. Buena con los animales, y diría que con las profecías. Es una pena... es una gema de magia arcana primordial sin pulir que nadie le ha encontrado su valor. Incluida ella misma.” Erdwan se pierde en sus propios recuerdos. “No sabía como ponerla bien en la canción... la mejoraré la próxima vez, tendré que escribir una letra adecuada”
“Con el tutor adecuado, se convertirá en una gran persona. Y el resto del grupo, también. Thorian es un follador vividor cabroncete como él sólo, pero hacer de niñera se le da fenomenal. En este sentido, es mejor que no estén aquí.” Recuerda con pena y asco cuando María y Bailey la unicornio fueron asaltadas. Todavía le hacía rabiar lo rápido que los despacharon... ¿no entendían Victor y Dos Mandobles que nunca les visitaría un duque con esta seguridad tan poco laxa? Con todo el dinero y respeto que tendrían. No, claro que no. No les importaba.
Suspira como si fuera a expulsar su alma. Pero se para rápidamente “quiero brindar por ellos. ¿Te unes?”
Erdwan levanta su jarra de cerveza hacia el techo de la posada, mirando más allá, hacia las estrellas del firmamento. “Espero que todavía podáis disfrutar del cielo estrellado de esta noche. Disfrutad hasta que vuestros pies os fallen, amigos. Disfrutad mientras podáis: Cuando menos os lo esperéis, el sol saldrá para iluminaros el camino.”
Un día normal en...
"¡MAX! ¡VICTOR! ¡NO OS LO VAIS A CREER, VENID AQUÍ!" Bueno, ya no es normal, en absoluto. Erdwan es un hombre animado, feliz, sonriente. Pero casi nunca pierde el porte, no se le suele ver visiblemente emocionado, riendo a carcajadas.
Casi nunca.
"Una carta de la casa Vaeltharyn, de Daggerford. Nobleza antigua, de gran porte, han dado magos temibles y guerreros gloriosos por igual. Pero eso no es lo importante." El elfo abre la carta, y le enseña la misiva a su jefe.
"Deberíamos colgar esto en el tablón de anuncios y decir que estuvieron por aquí. ¡Publicidad gratis, Max! ¡Ni tú puedes decir no a eso!" Erdwan entra en el despacho de Max y extiende los carteles de Se Busca en su oficina.