Isolee
Bailey
Bailey tiene cosas que decir sobre le hecho de que su padre no tenga un carnet de conducir... pero bien pensado, si su padre se sacara un carnet de conducir, eso significaría que utilizaría un coche. Dado que los Bruer ahora mismo sólo tienen el coche de Bailey, y que ella no está al tanto de las cuentas de la familia y no sabe si su padre compraría otro o si sencillamente utilizaría el de ella, se le ocurre que quizá las cosas deberían seguir como están.
De modo que con lentitud y cara de póker, Bailey asiente con la cabeza. "Vale, mañana después de clase te mando un mensaje."
Después de decir eso, Bailey se queda mirando a su padre en silencio por unos segundos.
No sabe porqué... pero de repente, siente el impulso irrefrenable de abrazarlo. La joven sale al pasillo y descansa la cabeza de lado contra el pecho de Alan, antes de envolverlo con sus brazos. Cuando enlaza los dedos a la espalda del escritor, Bailey ya tiene más que claro porqué ha sentido esa necesidad: lo que le ocurrió por la tarde no va a ser algo que haya acabado y ya está. Es una amenaza a la que va a tener que hacer frente durante más tiempo. Un día, o puede que más, y no sabe cómo será. No tiene ni idea de cómo es el ritual, si tendrá que enfrentarse a esas visiones o lo que sea otra vez.
Y además... aún recuerda a Marina. Esa mujer tenía miedo de Bailey, o más probablemente de lo que la acecha. Hace mucho tiempo, Marina le leyó la mano, y la mujer reaccionó con terror. Debía ser por esto, entonces, ¿no? ¡Hubiera estado bien que la advirtiera en aquel momento!
Bailey suspira, y aprieta el abrazo por un momento antes de soltar a su padre, dar un paso atrás, y mirarlo a los ojos con algo de cansancio. "Creo que me voy a dar un baño cuando termine de estudiar."
¡Gracias por recordarme eso!