Introducción
En un rincón olvidado de la costa de Maine, en la sombría isla de Mount Desert del condado de Hancock, se encuentra el enigmático pueblo de Innisport. Más allá de sus límites, los frondosos bosques se extienden hasta perderse en el horizonte, convergiendo finalmente con el majestuoso Parque Natural de Acadia. Los acantilados escarpados se alzan como centinelas eternos, mientras que las islas esparcidas y salpicadas aquí y allá parecen guardianas silenciosas de los secretos que el océano oculta en sus profundidades.
Los caminos que llevan a Innisport son pocos y serpenteantes, y el viaje en coche hasta la próxima ciudad se siente como una odisea a través de un paisaje atrapado en el tiempo. Los visitantes ocasionales suelen sentir que el mundo exterior se desvanece a medida que se adentran en este lugar apartado.
Su rica historia se remonta al siglo XVII, cuando inmigrantes irlandeses procedentes de Cork atravesaron un océano entero para llegar a la costa del Nuevo Mundo, buscando un nuevo comienzo y libertad para sus creencias, eligieron este rincón remoto para establecer su comunidad. Pero estos pioneros no eran los típicos católicos que la mayoría asociaría con Irlanda. Eran, de hecho, protestantes que abrazaban con fervor las estrictas enseñanzas del puritanismo.
El puerto, con sus antiguos muelles, fue testigo del auge de un pueblo que prosperó gracias a la pesca y el comercio marítimo, estableciendo rápidamente Innisport como un bastión de fe y trabajo duro. Sin embargo, con el tiempo, oscuros rumores comenzaron a circular entre los susurros de los habitantes. A pesar de sus firmes convicciones religiosas, se decía que algunos de estos primeros pobladores, en su deseo de proteger y prosperar, habían entablado acuerdos con entidades que emergían de las profundidades oceánicas.
Susurradas en las noches oscuras y compartidas a media voz en las tabernas locales, circulan leyendas que hablan de acuerdos oscuros y pactos inconfesables. Se dice que aquellos primeros pobladores, en su ambición por la protección y la prosperidad, entablaron tratos con entidades abisales que moraban en las profundidades marinas. Y aunque los escépticos desestiman estas historias como simples cuentos para asustar a los niños, hay quienes juran haber visto sombras que se mueven bajo las olas y escuchado susurros que el viento trae desde el océano, recordando a cada generación el precio de los secretos de Innisport.