Fuua había viajado durante meses, atravesando bosques y páramos a un ritmo excelente para un humanoide, pero lento para alguien que deseaba cumplir su deber con presteza. La noche había sido su camino, las estrellas su guía, y la impaciencia su fusta. La visión de Puerta de Baldur, la vasta urbe donde su prima señora la esperaba, fue por tanto un alivio sólo igualado por el trago de agua fresca que tomó mientras la observaba.

No tardó en encontrar una forma de entrar, incluso incluyendo a su escolta: cuatro linces grises que le habían sido asignados por ser más experimentados que ella en el viaje a largas distancias. Fuua no había querido escolta en un principio, pero le habían señalado que si su prima había viajado sin escolta era porque no la necesitaba. Entre su gente, había quienes creaban problemas y había quienes los acababan, y su prima no tenía problemas para hacer una y otra cosa. Fuua no podía equipararse aún con ella, y la joven había tenido que aceptarlo.

Bueno... todo era cuestión de aprender.

Después de aprovechar el día para dormir, empleó el atardecer en darse un baño en una charca oculta, y en cambiarse de ropa. La túnica y la capa de algodón y lana entraron en una bolsa, y de ella salieron un vestido azul noche con filigranas de hilo dorado, sensualmente provocador y arrogantemente elegante a partes iguales, unas medias semi-transparentes con motivos florales oscuros que bajaban hasta sus talones, y unos guanteletes y hombrera broncíneos que encajaban bien sobre el vestido. Se cubrió entonces con una capa con capucha, también azul noche, y unas botas de tacón sutil pero presente. Por último, encajó en el cuello del vestido dos piedras azules, con mucha más utilidad que sólo ser un adorno y cerrar el cuello.

Una vez ataviada, Fuua peinó sus largos y undulantes mechones gris-plata una última vez, y se refrescó una vez más la cara antes de ocultar cabellos y rostro bajo su capucha. Al fin preparada, la joven empezó con confianza la última parte de su trayecto: acercarse a las murallas de Puelta de Baldur para escalarlas y acceder a la ciudad. Con la noche apenas empezada, tenía tiempo de sobra. Con la paciencia y la calma que su escolta le transmitía, la joven ascendió ayudándose sólo de su flexibilidad sobrehumana y el uso con buen juicio de un pequeño pico de escalada. La juventud de su cuerpo y la elegancia de su ropa no le impidieron ascender con facilidad. Los linces la adelantaron rápidamente con poderosos saltos y garras que no aceptaban resbalar de un asidero, investigaron las sombras y los guardias a la vista, y y una vez la joven logró alcanzarlos, éstos la guiaron hacia las calles más abajo, evitando cualquier luz o sonido de pasos. El grupo desapareció en la oscuridad con velocidad y silencio, no dejando evidencia de su paso.

A partir de ahí, Fuua sólo necesitó guiarse del olfato de su escolta y las indicaciones de su prima para encontrar su destino.

No lejos del puerto, había un viejo templo abandonado, un poco pequeño y de construcción sencilla pero recio y con una buena vista de la bahía. Por alguna u otra razón, hacía varias semanas que nadie se había hecho con él o el terreno que ocupaba, y sus pasillos y salones habían sido el dominio de arañas y ratones. Naturalmente, en una ciudad como Puerta de Baldur, ese estado de cosas no podía seguir por mucho tiempo, y alguien se había hecho con él... por decirlo de alguna manera.

Fuua entró en el patio, flanqueada por sus compañeros de viaje, y lo atravesó con pasos rápidos pero silenciosos. Entró en un pequeño vestíbulo donde una docena de gatos la observaron con curiosidad. Tras un rápido intercambio de sonidos y gestos, impacientes los de ella y perezosos los de los animales, la chica entró en la nave principal.

Cientos de ojos giraron para posarse en ella.

La nave tenía dos pisos y ventanas acristaladas en los laterales. Los bancos para que se sentaran en ellos los feligreses habían sido arrastrados para quedar junto a los pilares, lo cual dejaba el centro de la estancia vacío de obstáculos. Precisamente por eso, había docenas de gatos... callejeros, por llamarlos de alguna manera, por todos lados. Los había en los pisos superiores, mirando hacia la recién llegada. Los había en los laterales del templo, iluminados por la noche exterior, que ahora interrumpían juegos, discusiones y siestas para observarla. Y había otros muchos, sus actividades similarmente interrumpidas, a lo largo del centro de la nave hasta llegar a los peldaños que ascendían hacia el altar.

En otros tiempos y a una hora más adecuada, un sacerdote se erguía allí, detrás de un púlpito, mientras predicaba a sus parroquianos.

Ahora, el púlpito estaba tumbado de lado frente a un ventanal que daba a la bahía. La luz de la luna entraba por él para caer, como un manto blanco azulado, sobre una silueta oscura que, sentada sobre el púlpito y apoyada contra la pared, escribía con pluma sobre unos pergaminos. El resto del púlpito albergaba sobre su superficie múltiples velas, pergaminos, y un botellín de tinta donde la figura escritora dejó descansar la pluma antes de girar la cabeza para mirar a Fuua. La luz de la luna le reveló un rostro que conocía demasiado bien, con unas puntiagudas orejas felinas, una cabellera gris oscura, y unos grandes ojos con pupilas negras, afiladas como dagas forjadas en el vacío entre mundos.

Faude le sonrió.

Fuua avanzó por la nave. Los linces la siguieron con calma, sin prisa, permitiendo que abriera distancia mientras ellos estudiaban a sus camaradas felinos. Los gatos de Puerta de Baldur examinaron a los recién llegados con cautela, mientras que los linces los miraban sabedores de ser criaturas superiores en el orden jerárquico entre especies. No era ésa la única diferencia. Los linces estaban sanos, fuertes y en perfectas condiciones físicas, y revestidos de un sentimiento de seguridad propia casi divino. Los gatos dieron muestras de humildad, bajando la cabeza y apartando la mirada. Las criaturas criadas en Puerta de Baldur no eran por lo general tímidas, y muchos de ellos habían tenido encontronazos con rivales. Había gatos con un solo ojo, con orejas mordisqueadas e incluso con lomos raspados. Eran, en comparación, una masa harapienta de veteranos de guerra.

Pero también había gatitos entre ellos, jugueteando y siendo limpiados por sus parientes, y eso suavizaba un poco la actitud de los linces. Lo bastante, al menos, para calmar a los felinos nativos.

Fuua notó todo esto de camino a presentarse ante Faude. Su prima señora posó las manos sobre las rodillas y la aguardó con su sonrisa muerta hasta que Fuua se arrodilló ante ella en reverencia. Con un gesto delicado y maternal, Faude tomó el rostro de la joven entre sus manos para atraerla hacia sí. Con una lengua rasposa de gata adulta, Faude le dio un corto y dulce lametón en la frente. Sabiéndose bienvenida al fin, Fuua sonrió, y empezó a hablar en su idioma nativo: uno que nadie más entendería en Puerta de Baldur aparte de Faude. In siquiera los animales que las rodeaban.

"Prima Faude..."

"Prima Fuua. Bienvenida a Puerta de Baldur. ¿Qué te trae por aquí?"

Fuua no recordaba a Faude tan agradable, y eso la relajó aún más. "Debo recoger tus informes y traerlos de vuelta. ¿Cómo te encuentras?"

"Maravillosamente..." La sonrisa de Faude se amplió al tiempo que se volvió más afilada. Fuua sabía que no mentía, pero había algo en su sonrisa tan pavoroso que sabía que era mejor no preguntar por los detalles. "Siéntate a mi lado. Hablemos, prima. Hace mucho que no sé nada de nuestra patria. ¿Somos hoy más fuertes que ayer?"

La larga cola de Faude se hizo ver, estirándose hacia Fuua como un brazo que la invitaba a acercarse. La joven se dejó envolver y atraer hasta sentarse junto a Faude. La cola de la gata mayor la envolvió, como si la abrazara... y al mismo tiempo, como si la controlara.

Hablaron largo y tendido. De cómo iban las cosas en casa. Los nuevos experimentos, las criaturas que habían logrado reclutar y cuántas nuevas gatas habían despertado. De qué había estado haciendo Faude. De su entrada en los Suicidas Carmesíes y su primera misión con ellos, y sus actividades en las calles, tejados y desvanes de Puerta de Baldur. Fuua pudo leer sus informes llenos de notas sobre las tropas de la ciudad, la forma de sus defensas y sus puntos débiles, la composición de su gobierno y el número de naves de comercio que llegaban cada día. También la actitud de los ciudadanos hacia sus animales domésticos y, muy especialmente, la facilidad con la que un gato podía moverse por la ciudad y observar las actividades de nobles y plebeyos por igual.

Fuua sabía cuál era la misión de Faude, pero tenía ni idea de cuán exhaustiva era hasta que Faude le mostró cuántos datos debía reunir para la patria. Las cifras eran tantas y tan complejas que Fuua no quería ni imaginarse cuánto tiempo había requerido reunirlas, y qué cálculos tuvo que hacer Faude para sacar las conclusiones que las acompañaban.

La joven se detuvo de repente. La cola de Faude, suave pero firme, le acarició la mejilla. Fuua levantó la vista y los ojos de Faude, grandes y atentos, le devolvieron la mirada. La gata mayor habló con tono falsamente despreocupado. "También he aprendido otra cosa. ¿Te gustaría verlo?"

Algo en el fuero interno le dijo a Fuua que lo negara. Fuera lo que fuera, el tono de su prima la había puesto sobre aviso. Pero nadie le decía que no a Faude Myon. No cuando esas dagas negras en sus ojos te apuntaban. "... ¿sí?"

......

....

......

Faude se puso en pie. Despacio.

Fuua supo que algo andaba mal inmediatamente.

La joven gata se apartó de Faude, poniendo unos metros de distancia entre las dos mientras Faude parecía crecer y crecer. La luz de luna que entraba por la ventana empezó a apagarse sin razón aparente, pasando de un blanco azulado a un gris, luego a un azul de mar, y entonces a algo mucho peor. A pesar de su visión felina, Fuua perdió de vista las paredes e incluso el púlpito y los pergaminos. Entonces, ocurrió algo peor aún: la oscuridad pasó de ser simplemente un manto de visión negativa, a una cosa viva, con profundidad marina. La oscuridad empezó a devorar la silueta de Faude, sombras antinaturales insinuándose y luego extendiéndose para abrazarla, y de repente alargándose para tocar los hombros de Fuua.

Todo desde ese momento fue instinto.

Su estómago se le hizo un ovillo mientras las sombras las envolvían y acercaban a las dos. Faude, que ya parecía medir más de cuatro metros de alto y que la miraba desde arriba como a un insecto, seguía sonriendo. La pupila negra de su ojo, el que su pelo no ocultaba, brilló de una forma extraña, cortando el aire entre ellas y acercándose a ella como la quilla de un navío de pesadilla. Fuua abrió la boca y mostró los colmillos sin pensar al tiempo que el pelo en su cabeza y cola se erizaba. Las uñas en sus manos pincharon sus guantes. La pupila en el ojo de Faude la miraba fijamente desde arriba, ya no como una parte de Faude sino como algo... distinto. Algo con consciencia propia y pensante, malévolo y poderoso como un dios de un averno tan profundo que incluso los dioses conocidos no sabían de su existencia. Las orejas de Fuua temblaron al oír su propia respiración jadeante y los maullidos de terror de docenas de felinos a su alrededor. Las garras de animales atemorizados arañaron y escarbaron en piedra y madera mientras bufaban y maullaban, atrapados igual que ella en un mundo nuevo, dominado por algo tan antiguo y cruel que Fuua sintió la necesidad de llamar a la magia en su interior y atacar.

Pero la pupila negra de Faude pareció leerle la mente. Y su desafío la atrajo aún más cerca.

Si creía que eso era lo peor que había visto en su vida, Fuua lamentó descubrir que no lo era.

En las sombras que las rodeaban se abrieron un par de ojos felinos. De un tamaño normal, con iris gris y pupilas perfectamente negras, exactamente iguales a las de Faude.

Éstos giraron tranquilamente para mirar a Fuua.

Entonces se abrió otro par de ojos en otro punto de la oscuridad. Y luego otro, más arriba. Y luego otro detrás de ella, que Fuua no podía ver pero que de todos modos sabía que estaba ahí. Y luego otro. Y otro. Y otro. Y otro más.

Decenas... cientos... miles... cientos de miles de criaturas la miraron, cada uno tan temible e interesado en ella como el ojo de Faude. E igual que el ojo de Faude, todos se acercaron a ella tanto que penetraron la barrera de su carne y su ser, y pudo sentirlos dentro de su propia alma. Supo entonces con certeza que no había secreto que les pudiera ocultar. Leyeron su espíritu de principio a fin. Observaron y comprendieron cada mota de su ser desde antes de que naciera hasta este momento, y todos los momentos siguientes hasta que su cuerpo desapareciera de este mundo. Cada recuerdo y sensación, cada enseñanza y conocimiento aprendidos, la suma de su ser... todo lo miraron y calcularon.

Y no quedaron impresionados por lo que vieron.

El ojo de Faude, grotesco en su tamaño, con una punta en un extremo del universo y la otra punta en otro extremo, se entrecerró, divertido por la insignificancia de la joven gata. Fuua no supo cómo ni porqué, pero... tenía claro que Faude estaba sonriendo. Y el que la mitad de la pupila desapareciera detrás de un párpado que ni siquiera podía ver no le ofreció ningún consuelo.

Entonces, la pupila negra tocó su pálida y sudorosa frente, y en el intenso y ardiente dolor que brotó en su cabeza, Fuua oyó una pregunta que le retorció las tripas como si fueran un estropajo de papel, y le arrugaron la piel como si fuera una persiana.

"¿Vas a atacarme?"

/////////////////////////

Faude podía ser muy, muy paciente cuando quería. Y si era por Fuua, haría lo que fuera.

Por tanto, no estaba nada molesta cuando el amanecer entró tímidamente por la ventana, y la encontró aún sentada sobre el púlpito tumbado, con la figura encogida de Fuua aferrada a ella. La jovencita estaba hecha un ovillo, temblorosa y empapada en sudor y lágrimas, con los ojos abiertos como platos y enrojecidos. La gatita se apretaba contra Faude como si fuera su madre. Y no era la única. Todos los gatos en el templo e incluso los linces de Fuua se habían apilado alrededor de Faude, tan cerca como pudieron, igual de desesperados que su pequeña prima.

Faude los abrazó a todos. Con sus brazos y su cola, los acarició y los consoló uno a uno, tomándose para hacerlo lo que había quedado de noche, y estando dispuesta a continuar haciéndolo durante el resto del día. Les sonreía, los acariciaba y les susurraba como una madre. O como una santa. Y ellos respondían apretándose más contra ella y emanando alivio por cada poro de su piel, casi bloqueando el tremendo olor a orín que ahora impregnaba el templo.

El terror se había ido. O al menos, ya no era terror.

No exactamente.

Se había convertido en amor.

Un amor desesperado, como el de un reo condenado a muerte en el instante antes de ejecutarse su sentencia, cuando oye a su ejecutor accionar la palanca que retirará el suelo del patíbulo bajo sus pies, y de repente siente la soga alrededor de su cuello con una consciencia agudizada. Era un amor como ningún otro, incomparable al simple amor romántico o la lujuria apasionada.

Lentamente, Faude agachó la cabeza, incorporó a Fuua sobre sus rodillas, y delicadamente empezó a lamerle la cara para limpiársela.

Cuando la joven despertó unos minutos después, la lengua rasposa de Faude la hizo sentirse como si estuviera otra vez en los brazos de su madre. Con las pocas fuerzas que pudo reunir, envolvió a la gata mayor en sus brazos, cerró los ojos mientras descansaba el rostro contra el pecho de Faude, y perdió la consciencia. Al fin, después de varias horas, consiguió conciliar un sueño sin pensamientos ni pesadillas, arrullada por el ronroneo de Faude y el latir tranquilo de su corazón.

La vida, pensó Faude mientras disfrutaba plenamente del momento, puede ser maravillosa.

Se me ha hinchado la vena escritora y me he sacado esto. Te lo paso para que lo leas y me digas si publicarlo porque igual es una sobrada. Obviamente lo que describo aquí es el nuevo poder de Faude, pero en el juego no será exactamente igual. También es muy obvio que es una pasada brutal lo que he descrito, pero te lo puedes tomar como que es la suma del poder de Faude y su capacidad innata de afectar a otros felinos. O dicho de otro modo: que una cosa es lo que describo aquí y otra MUY distinta lo que pasará luego en la partida, que no será tan bestial porque nuestros enemigos no van a ser felinos y no se va a dar esa suma... imagino.

También acepto críticas y detalles, por si crees que aparte de todo esto vale la pena quitar o sumar algo.

    Puerta de Baldur, mañana

    Otro día se levantaba, ignorante del mundo y de la vida que habitaba en él.

    Erdwan pasea tranquilamente por las ajetreadas calles de la ciudad. La ciudad estaba llena a rebosar de comerciantes de todos los recintos del continente y más allá, como siempre. Todo cambiaba, pero ésto seguía igual, algo que le daba paz interior de una forma extraña.

    Pero hoy no toca comerciar. Eso ya lo hizo antes de la misión anterior, y todavía tenía repuestos suficientes. La misión no había dado tanto dinero como quisiera... pero bueno, era lo de menos. Ya lo había superado.

    En vez de eso, se dirige a la biblioteca más cómoda, coge papel y el tintero lleno casi a rebosar. Moja su pluma y empieza a escribir, casi sin pararse.

    "A vuestra merced, Ilustrísimo Señor Edwin,

    no me gustaría demorar su por seguro apretada agenda: Le deseo una gran dicha y felicidad en su nueva etapa de vida que empezará con sus nupcias. Le deseo toda la felicidad posible a Sus Ilustrísimas tanto en su boda de miel como en el momento que pasen juntos. No se lo deseo en su boda no por maldad, si no por la certeza de que será un evento inolvidable y lleno de gozo.

    Espero que sepa perdonar no haber enviado ésta misiva antes, pero la naturaleza de mi trabajo demanda largas jornadas desconectado del mundo. Aunque de momento reina la paz, las amenazas esperan en cada esquina, a la espera de mostrar debilidad. Es un trabajo duro, pero satisfactorio."

    Pausa. ¿Debería preguntar directamente o hacerlo indirectamente? Normalmente ésto nisiquiera se preguntaría, pero debido a la ligera confianza que tenía con Edwin, Erdwan se aventura a hacer lo primero. Sigue escribiendo:

    "¿Cómo le ha ido a usted en éstos días? Las nupcias le llevarán tiempo, espero que sus otros asuntos no le hayan presionado demasiado. Si tiene algún problema que un equipo como el nuestro pueda resolver, sabe que estaré encantado de ayudar, aunque tenga que llevar a mis compañeros y amigos a rastras. Ésto va para su futura esposa también, claro.

    Siento que no haya hablado de ella, pues no conozco en persona las hijas de los VonAurea. ¿Cómo es Vuestra Merced, la afortunada que compartirá su vida con vos?

    Nada más de mi parte. Mi corto mensaje se ha alargado en demasía. Intentaré asistir en persona, pero si no puedo, espero que ésta carta sea suficiente para excusarme.

    Salud, amor y prosperidad de un mercenario y amigo.

    (Firma) Erdwan Dûneddair"

    Bueno, pues ya está. Felicitarle por la boda, preguntar de forma sutil los motivos de ésta y florituras suficientes para dejar claro que no voy tras ella (una pena, pero así era la nobleza. Casi que mejor no complicarse). La casa Costaescudo tenía suficientes soldados como para que no necesitaran su ayuda, pero Erdwan entiende que Edwin entiende que ofrece su ayuda como protocolo y muestra de lealtad.

    Si no lo entiende, quizá podría contratarle como servicio de etiqueta noble, no como mercenario.

    Pero bueno.

    "Quiero enviar ésta carta, por favor. Asegúrese que la lea la persona implicada. La privacidad de un hombre es muy importante, ¿sabe?" dice Erdwan, en el servicio de mensajería de la ciudad.

    El Cerdo combatiente, mismo día.

    Erdwan llega un poco más tarde de lo habitual en la taberna. El día ha sido largo y el paseo por Puerta de Baldur provechoso. Sin presiones a corto plazo, le apetece relajarse con sus amigos.

    Y hablando de éstos...

    Tombi — Adolfo! Hoy quiero una jarra doble

    Isolee “Adolfo,” dice, su voz firme pero amigable. “¿Has visto a Erdwan?”

    Erdwan, divertido, intenta acercarse a Merricat y darle unos golpecitos en la espalda sin que se dé cuenta.

    //Si no quieres que te sorprenda podemos tirar tirada enfrentada.

    Elijah, el viajero (MP que envió @Inkisidor con la ficha de Eli)

    Elijah estaba desorientado parecía metido en una película de esas para frikis y que ese viejo lo llevara a esa taberna llena de a toda vista maleantes y peña chunga le hacía saltar todas las alarmas , si algo había aprendido en las calles era a llevar la cabeza alta y no parecer un pringao del que abusar así que cuando se acerco un tipo con actitud chulesca a todas luces se puso a la defensiva.

    –Oye Rati, de donde has sacado a este humano de piel oscura? Por qué eres humano verdad?.

    El anciano miró impasible al hombre apoyado en su bastón y replicó.

    –Victor solo traigo a este joven perdido a que se alimente, fiu fiu , es un mensajero de ganimedes una señal de los dioses! Vamos en buen camino el gran viaje esta cerca!

    El hombre sonrió burlón.

    –Posiblemente sea malvado, todos los elfos de piel oscura lo son, de todas formas no parece tener oro, tienes oro joven negro?.

    A Elijah no le hacía ninguna gracia que le llamase negro ese blanquito así que hincho su pecho y dijo con toda la seguridad que podía sacar de sus entraña.

    –Pues claro blanquito tengo guita seguro que llega para algo de este antro.

    Y saco de su cartera unos billetes de dólar.

    –Pero ese papel que es? Eso no es oro, llevate Rati a este mendigo a comer con tus fulanas , para comer aquí si no tienes oro hay que ganárselo.

    Rati que como suicida de pleno derecho no acostumbraba a pagar en el cerdo saco algo de oro , pero Elijah le interrupe.

    –Así que ganárselo eh?! Lo haré.

    –Y como lo harás? . Victor parecía muy divertido, Elijah se acordó de todas esas veces que hecharon Ben Hur y Gladiator en la tele por Navidad en casa y señaló una Jabalina que tenía apoyada un mercenario en una mesa , no parecía diferente a la que habían usado en atletismo en Inniesport y era un as del baloncesto tenía una magnífica puntería, en su cabeza sonaba espectacular, Victor aún más divertido cogió sin permiso la Jabalina y se la dio a Elijah ignorando las protestas de su dueño.

    –Salgamos fuera.

    Salieron fuera y inspirado en las viejas películas cogió una Red de pesca y se la hecho al hombro, no sabía si estaba haciendo el ridículo o fandango, pero ya era tarde para echarse atrás vio las dianas del fondo que tenían para practicar los mercenarios y lanzó la pesada jabalina mucho más que las que había usado en su instituto y la clavo en la Diana a varios pies de distancia en todo el centro, para asomrbo de los presentes.

    Victor silvo sorprendido. –Fiiuuuuuuuu ,está bien , ADOLFO! Sirve un asado y una cerveza para mi negro se queda conmigo!.

    Elijah negó con la cabeza.

    –No me quedo con el.

    Señaló a Rati, Víctor se encogió de hombros.

    –Como quieras.

    Y entro dentro, así Elijah ganó su sitio en el cerdo combatiente con los Suicidas

    El cerdo estaba animado esa noche, Traki ya con su tercera jarra sonriente se puso a analizar

    otro puto Drow junto a Rati? Esos bichos no se mueren nunca..

    Pensaba mientras observaba al acompañante de Rati esa noche de piel oscura

    ese viejo acoge cualquier criatura

    En ese momento se fija en Merricat que está junto a Erdwan, traki bebe un trago y se acerca

    — ceñorrita Merricat! Cuanto tiempo, notamos mucho su ausencia esta última misión.. por cierto! Mil disculpas, sospeché en todo momento que era usted quien tenía información del invocador que arrasó mi aldea..

    Escuche fuertemente en el suelo

    — pero el malnacido de Zar’Onen tiene relación con nuestro elfo saltarín

    Abraza a Erdwan

    — Y acabaremos con él, verdad Erd!! Por cierto! Le debo un favor muy grande por lo de ayer, espero que le sirvan las provisiones que tiene en su poder.. son valiosas!

    Suspira

    — Pero estamos de fiesta! Adolfo otra jarra para mi y mis acompañantes!! …Por cierto Merricat tu que eres Bru.. digo hechicera, sabes que poder puede contener esto?

    Le enseña el vial que obtuvo del invocador fallecido

      Cerdo combatiente, tarde-noche

      Erdwan está apunto de sorprender a Merricat, cuando el enano lo ve y lo abraza de improvisto.

      Tombi — Y acabaremos con él, verdad Erd!! Por cierto! Le debo un favor muy grande por lo de ayer, espero que le sirvan las provisiones que tiene en su poder.. son valiosas!

      Vaya, ya me ha arruinado la sorpresa... piensa Erdwan con algo de amargura. Pero se recupera rápido.

      "¡No fue nada hombre! Sólo me tienes que explicar qué demonios te traes entre manos. ¡No es típico de ti tenerte tantos misterios!

      Y sí hombre, tarde o temprano ese bastardo caerá" dice el elfo, con un tono que no se lo acaba de creer "¡Adolfo, una ronda de cervezas para celebrar éste encuentro dichoso!"

      Aprovecha éstas palabras para, ahora sí, dirigirse a Merricat.

      "Ésto va por ti también, por si no te has dado cuenta" Erdwan empieza a reírse a risotadas, hasta que rápidamente su voz de vuelve más melosa y dulce, que acompaña a su sonrisa, amplia y cálida "me alegro de verte tan radiante como siempre, Merricat. ¿Cómo te ha ido?"




      Oscuridad eterna en un mundo injusto, mañana

      "¡NO! ¡NO VAYAS HACIA AHÍ! ¡AAAAAAAAAAAAH!"

      Me levanto de un salto. Otro sueño terrible, pero podría ser peor. Almenos era sólo una pesadilla.

      Mi cuerpo reacciona sólo y se activa inmediatamente más que lo que lo ha hecho en todo el año. Noto que duermo en piedra, no en mi cama. Escucho bullicio, gente andando, aromas de comida y salsas, fuego sonando a lo lejos, y suciedad. Mucha olor a suciedad.

      "Puaj... ¿dónde estoy? ¿me han secuestrado?" Me toco todo el cuerpo y los alrededores. No estoy atada ni en los pies ni en las manos, y tengo a mi compañero al lado. No parece haber paredes ni gente al lado vigilándome.

      Perfecto. No estoy secuestrada, aunque no tengo el móbil. Maldita sea. Que no esté secuestrada me tranquiliza, pero no todo lo demás. ¿Qué demonios ha pasado? ¿Seguiré dormida de alguna forma...?

      Mi ropa también es diferente, pero todavía no puedo procesar eso.
      Así, pues, ando a tientas siguiendo a mi compañero, hasta que me lanza un par de ladridos.

      Tendrá que servir. Decidida y confiada, le pregunto:

      "Disculpe, ¿estamos en el estado de Maine? No sé si ha oído hablar de Innsport, ¿a qué distancia en coche está?"

      Merricat

      El posadero deja la jarra y el trapo sobre la barra, frunciendo el ceño. "Erdwan estuvo aquí hace unas horas," responde finalmente. "Dijo que tenía que hacer un recado. Debería volver pronto."

      Merricat asiente, agradecida. "Gracias, Adolfo. Necesito hablar con él en cuanto regrese."

      Justo en ese momento, Merricat siente una mano fría en su espalda, lo que le hace dar un respingo, sorprendida. Al girarse, observa a Erdwan, su amigo y líder de los Suicidas Carmesíes. La mirada serena del elfo la recibe con una sonrisa.

      La genasi sonríe cálidamente, contenta de ver al elfo. "¡Erd! Me has asustado," dice con una risa suave. Luego, se desploma en una banqueta junto a él, soltando un suspiro de alivio. "¿Qué te has hecho en el pelo? Parece más reluciente que de costumbre. ¿Acaso te has bañado en agua de rosas o usado algún ungüento élfico? Tendrás que darme tu receta, o terminaré asándote sólo para descubrir tu secreto," dice, levantando la palma de la mano en la que se arremolinan unas trazas de fuego.

      En ese momento, ve a Traki "Resisteavalanchas" acercarse y lo saluda efusivamente. Habían compartido tiempo durante las últimas semanas, así como confidencias. No sabía de lo que estaba hablando exactamente, pero entendía que era importante para él haber encontrado un rastro que seguir en su misión para vengar a la gente de Puig.

      "Veo que tenéis muchas novedades. Tenéis que ponerme al día, amigos míos," dice, haciendo un gesto amable a Adolfo tras recibir su bebida.

      Merricat, aún sonriendo, continúa: "Por ahora he terminado con mis tareas en la ciudad. Podéis contar conmigo para la próxima misión."

        Ronan

        Ronan está aburrido. Ha pasado de todo en Innisport y no puede dejar de pensar en que pronto conocerá a su escritor favorito y este quizás salve a él y a su familia. No puede dormir, después de varios intentos dando vueltas por la cama ,se levanta y se va hacia su ordenador. No le apetece leer ,se encuentra muy activo mentalmente así que busca un juego para pc . Rebusca entre sus archivos "Dulce Hogar", "Vampiros de Melon", "La gasolinera maldita de Tharitely"... Buff no le apetecía ninguno de esos. Sigue mirando aburrido hasta que tropieza con un título que hace tiempo que no jugaba "Los suicidas carmesí".
        Este si, le apetece meterse en la edad media ... pero piensa hacerle algunos cambios para hacerlo más divertido . Ronan sonríe malévolamente al darle al botón de Enter.
        Ahí está, repasa todos los personajes, Traki, Alida, Grunt , Merricat, Víctor , el loco ese que le recordaba a Carlos Jesús, Ayn... Ronan recuerda a ese personaje cuando lo creó. No era interesante hasta que le colocó un dragón, ahí sí que tuvo carisma esa semielfa. También Erdwan y Faude , le gustaba la gata ,la eligió expresamente para darle un toque más erótico . Eso hacía más interesante el juego . Le ponían las chicas con orejas de gato, qué le iba a hacer . Ronan también tenía sus fetiches .
        Bueno, estaban la mayoría pensó ,pero ahora venía lo más divertido. Recordaba porqué había abandonado el juego y es que no daba ya más de si. Vale,los Balrogs y las arañas gigantes ya estaban muy vistas ,así que Ronan iba a probar algo diferente esta vez.
        Fue hasta el menú y la opción de crear personajes y ahí puso los nombres de los nuevos personajes: Elijah y María . Ahora sí, nunca había jugado así y pintaba bien , a Elijah le puso las características que ya conocía de su compañero de clase pensando entre suspiros que seguramente así ligaría como él aunque solo fuera en un juego. Ronan siempre pensaba en Elijah como alguien muy seguro de si y que follaria cada noche con una chica diferente. Así que por qué no? Si había añadido en el juego a alguien como Faude,por qué no darle un toque más erótico aún. Seguro que con Elijah en el juego habría sexo garantizado. Por último añadió a María, una chica de su clase que siempre le había caído bien pero que era incluso más rara que él,así que le daría la réplica a los magos del juego perfectamente.
        Bueno pues ya está todo listo, pensó, Ronan,así que sin pensarlo mucho más le da al enter y se prepara para jugar .

          Erdwan
          Cerdo combatiente, tarde-noche

          Isolee “¿Qué te has hecho en el pelo? Parece más reluciente que de costumbre. ¿Acaso te has bañado en agua de rosas o usado algún ungüento élfico? Tendrás que darme tu receta, o terminaré asándote sólo para descubrir tu secreto,”

          "¡Oh! Alguien se ha dado cuenta, por fin. Como si no me dieras suficientes razones para echarte de menos." dice Erdwan con una sonrisa creciente y tocándose el pelo. Pues sí, me puse creativo y añadí un poco de lavanda y jazmín en el jabón. ¿Quieres que nos veamos luego y te digo la receta?" dice, guiñándole un ojo.

          Isolee “Por ahora he terminado con mis tareas en la ciudad. Podéis contar conmigo para la próxima misión.”

          "Ni hecho aposta, querida Merri. ¡No sabes de la que te has librado! Fuimos a satisfacer las... necesidades del Conde Dracamonte.

          También conocimos dos nuevos fichajes, Gimblewick de Zumbavelo y la señorita Faude. Te los presentaría" dice, asomando un poco la cabeza para hacer notar el punto "pero parece que no están. Lo hicieron muy bien para su primera misión, fueron ambos de gran ayuda.

          Aparte de eso, los caminos de la misión nos llevaron a encontrar un..." pausa un momento, y le da un par de palmadas a Traki @Tombi "espera, ¿quieres contar ésta parte tú o la cuento yo?" dice, con un gesto cómplice.

          • A PAL le gusta esto.

          — pues claro! Deja que el gran Traki cuente como vengó a su pueblo!!

          Bebe

          —Encontramos a un invocador y trajo a un Balrog escupefuego, el mismo que aniquiló a Puig!!

          Suspira y le cambia el gesto

          — estaba a punto de acabar con Víctor, pero llegamos raudos, fieros y veloces al rescate para plantarle cara al demonio y nuestra gran arquera le dio la puntilla con 2 flechazos que le hizo desaparecer… si! Esa medio elfa parece criada con las mejores habilidades, también le ayudó que yo manipule un poco su arco y una gata enorme con su espada gigante

          Le guiña un ojo

          — y descubrimos que detrás de esos demonios está el bastardo de Zar’Onen.. pero ya le queda poco, conozco su nombre y mi martillo querrá aplastarle su cabeza, JuA JuA JuA ah y conseguimos quitarle un dolor de huevos a un conde que nos ha premiado con estos pasteles gracias al troll en vez de oro.. y lo más importante, el sacerdote ligó con una ramera! Seguro que le ha desempolvado las telarañas en el templo

          Acaba su jarra

          — pero te echamos mucho de menos, yo al menos Merricat! Por cierto, donde diablos te metiste?

            Tombi — y descubrimos que detrás de esos demonios está el bastardo de Zar’Onen..

            "Sí..." añade Erdwan, tragando un cuarto de jarra de golpe. Miela y Merricat deben saberlo cuanto antes "el mayor demónologo que conozco. Mi hermano mayor" ya lo había dicho varias veces, pero cada vez el elfo lo hacía sonar como una sentencia, haciendo caer la cabeza ligeramente "las misiones relacionadas con Rorg lo tienen a él detrás."

            Tombi — pero te echamos mucho de menos, yo al menos Merricat! Por cierto, donde diablos te metiste?

            "Traki, una mujer necesita tener sus secretos. Si se lo dejamos a Faude y Alida las suyas, a Merricat con más razón" le dice al enano divertido, bebiendo de su jarra mientras mira las reacciones de Merricat.

            Miela abrió los ojos.

            Aún era noche cerrada, pero la había asaltado la pesadilla de costumbre.

            Se quedó quieta por unos momentos, las manos cruzadas sobre el pecho, mirando el techo de su habitación. El sudor perlaba su piel, y su pecho se agitaba por una respiración acelerada, pero pudo ver rápidamente que ya no estaba en el infierno en su cabeza. No se encontraba vestida para la guerra, corriendo sobre los tejados de edificios en llamas, oyendo los gritos de los pobres desgraciados que intentaban huir del incendio que devoraba la ciudad y, en lugar de encontrar una escapatoría, acababan atrapados en callejones sin salida. No sentía el calor quemándole los pies a través de sus botas, ni tosía por el humo que amenazaba con ahogarla, ni intercambiaba disparos con los tiradores enemigos en la fortaleza que el ejército intentaba asaltar.

            Poco a poco, los malos recuerdos cayeron de su ser igual que el sudor, deslizándose hasta caer sobre la cama, o ser absorbidos por el camisón marrón que llevaba puesto, basto pero cómodo.

            Con un suspiro largo venido de las profundidades de su ser, Miela se levantó de la cama, abrió la pequeña ventana que daba a la noche de la ciudad, y descorrió la cortina. El aire fresco de la noche le resultó maravillosamente placentero al apoyarse con los brazos sobre el alféizar de la ventana. Las estrellas, que más o menos eran las mismas allá donde se encontrara, tranquilizaron los latidos de su corazón. La palangana y la jarra de agua sobre la mesa que la viuda Sonsol siempre dejaba en su habitación cada noche le fueron útiles para refrescarse, y para recuperar lo que había perdido sudando.

            La habitación no era lo único que pertenecía a la viuda. La amable anciana le había ofrecido el camisón que se ponía para dormir, y algunas prendas más que ella había llevado en su juventud y que ahora no le quedaban tan bien. También había empezado a poner la palangana y la jarra de agua en su habitación cada noche al poco de acoger a Miela. La joven soldado lamentó que probablemente empezara a hacer eso después de que Miela la despertara agitándose por las pesadillas, ya que su anfitriona dormía en la habitación debajo de la suya. La viuda jamás le comentó nada, y realmente no le extrañaba. Víctor le había recomendado que se hospedara con ella, y mientras que ella guardaba su silencio habitual, avergonzada por su poco dominio del idioma local, la viuda hablaba con ella. Con educación, y con un ritmo y tono muy cuidados, pero... hablaba mucho. Y así, Miela había llegado a saber que dos hijos de la buena mujer se habían buscado la vida trabajando en Puerta de Baldur, una hija se había casado con un comerciante que se la llevó a otras tierras desde las que le escribía cartas, y el hijo menor...

            ... el hijo menor se había unido a los Suicidas Carmesíes. Y la pobre señora Sonsol lo había visto por última vez tres semanas después, cuando había marchado con una docena de compañeros a matar a un ogro y habían vuelto la mitad. Sin el muchacho.

            Max y ella habían sido conocidos hasta entonces. Un día, Miela encontró una lanza y una espada ocultas detrás de un armario, cubiertas de polvo y telarañas. La lanza estaba astillada, casi partida en dos. Teniendo en cuenta lo poco que hablaba la anciana de Max, el tono con que lo hacía las pocas veces en que lo mencionaba, y el destino de su hijo... bueno... la joven se imaginó rápidamente lo que significaban, y decidió que era buena idea olvidar esas armas con tanta resolución como lo había hecho la viuda.

            En lugar de importunarla con una curiosidad infantil, Miela se aprestó a ayudarla como una buena huésped.

            Volvió a la cama, pasó el resto de la noche razonablemente bien, y al día siguiente salió con la señora Sonsol a comprar.

            Cuando no tenía misión con los Suicidas, a Miela no le molestaba para nada ayudar a la viuda. Aparte de sus ejercicios de armas, tenía bastante tiempo libre, y la viuda apenas le cobraba a pesar de darle habitación, comida y ropa. ¿Qué menos que asegurarse de que algún desgraciado cortabolsas no robaba a la viuda, y llevarle un poco de la compra si era menester? Al fin y al cabo, al final compartían los estofados que preparaban una u otra, aunque la anciana todavía estaba intentando que Miela le pusiera algo más de carne y especias a los suyos cuando cocinaba.

            De modo que las dos andaban por el mercado, con Miela en pantalones, camisa y chaleco, espada y daga bien presentes para desanimar a rufianes varios (y sus dos pistolas colgadas por si las cosas se ponían difíciles de verdad). A veces se preguntaba de dónde sacaba la viuda tanto dinero como para no cobrarle más a la joven extranjera, pero era de imaginar que sus hijos le mandaban algo, que ella debía tener ahorros, y que quizá Max también le mandara una pensión... ya fuera por sus servicios en los Suicidas, o como compensación por su hijo. Pero algo le decía a Miela que la señora Sonsol antes le tiraría el dinero a la cara a Max que permitirle darle ni medio cobre. Y de todos modos... bueno, Miela experimentaba cierta alegría y orgullo al pensar que le hacía compañía a la mujer. Buena compañía, además.

            @sora63
            Mientras recorrían callejuelas y pasaban junto a tenderetes que empezaban a parecerle más familiares de lo que se habría imaginado nunca, la señora Sonsol y Miela no pudieron evitar detenerse un momento al reparar en que dos tipos hablaban con una chica muy joven. La muchacha vestía de una forma tan extraña que atrajo la atención de las dos mujeres al mismo tiempo, aunque lo siguiente fue la pinta de los dos tipos que hablaban con ella: unos hombres que rondarían la treintena, con unas sonrisas confiadas que no les gustó nada, y unas ropas amplias, de mala calidad pero perfectas para esconder algo dentro. O dicho de otro modo: que los dos desconocidos vestían como atracadores o algo peor.

            "¿Maine? Qué va, chica, no me suena de nada. Pero tengo un amigo cochero que seguro que sabe por dónde queda..."

            Los atracadores intercambiaron una mirada que puso sobre aviso a Miela, especialmente cuando se percató de que la chica llevaba una venda sobre los ojos. ¿Una joven ciega? ¿Sin mejor compañía que ésos dos? No, espera, con ella había un animal. Un perro, que miraba atentamente a los hombres y no parecía nada cómodo.

            "Mira, sólo tienes que seguirnos, permítime..." Uno de los hombres le puso una mano en el hombro a la chica y empezó a empujarla con suavidad hacia un callejón. El animal empezó a gruñir, y a moverse despacio, manteniendo a ambos hombres a la vista, pero hasta que demostraran ser un peligro mayor...

            La viuda decidió no esperar. Con brusquedad, empujó a Miela. Sorprendida, la soldado se giró hacia ella, pero la viuda sencillamente le indicó que se pusiera en marcha levantando el mentón hacia el callejón. Miela dudó. Al fin y al cabo, todo eso no era asunto suyo...

            ... por eso se sorprendió a sí misma cuando unos momentos después, ya dentro del callejón, Miela puso la punta de su daga en la espalda del villano que empujaba a la chica. El hombre se detuvo dando un respingo, pero tuvo la presencia de mente para no darlo hacia atrás. Parecía que por experiencia, supo que lo siguiente que tenía que hacer era levantar las manos. Su acompañante notó su reacción y vió a Miela, pero antes de que pudiera hacer algo más que abrir la boca, se encontró con el sugerente brillo de la espada de la soldado levantándose despacio desde el suelo hacia él. La punta del arma y los ojos dorados de la veterana despidieron el mismo destello letal.

            "Eh.. eh, por favor, un momento..." El acompañante, viéndose con la punta de la espada a la altura de la entrepierna y subiendo, levantó las manos en gesto apaciguador al tiempo que echaba hacia atrás la cabeza, pero Miela no estaba para bromas.

            "Idos al inferno, comemedas."

            El atracador con la daga en la espalda, creyendo a Miela distraída, se revolvió. Lo único que consiguió con eso fue que Miela apartara la daga, esperara a que terminara de girarse, y le clavara el arma en el estómago con un empujón firme. El atracador dejó escapar un gemido y llevó las manos a la empuñadura del arma, que Miela ya había soltado. El otro rufián no tuvo tiempo de decir que se rendía antes de que la soldado le ensartara el pecho de parte a parte, mostrando una falta de misericordia que sin duda habría aterrado a la joven ciega de haber podido ve la escena. Sin detenerse, Miela se lanzó contra él, embistiéndolo contra la pared para que no tuviera tiempo de reaccionar, el frotar de los ropajes y la sorprendida y dolorida exhalación del villano probablemente indicando a la chica invidente que algo horrible estaba pasando. El pobre desgraciado contra la pared aún no entendía qué estaba pasando cuando Miela retrocedió y, aprovechando su inercia, le sacó la espada del cuerpo para a continuación clavársela al primer herido. Éste había caído de rodillas y levantó la vista justo a tiempo de ver la hoja entrarle entre el cuello y la clavícula, buscándole algún órgano vital. No lo encontró, pero el estropicio que dejó a su paso la espada al entrar y salir fue demasiado para que su cuerpo siguiera funcionando. Su sangre empezó a brotar de una forma que Miela, para decepción propia, ya no encontraba repugnante en absoluto.

            Los dos hombres quedaron tendidos en el suelo, tomando bocanadas de aire con desesperación mientras se desangraban.

            La señora Sonsol entró en el callejón y pasó entre los dos hombres mientras Miela ponía al primer herido boca-arriba para sacarle la daga de las tripas y rematarlo a degüello. El olor a sangre empezó a impregnar el callejón mientras la viuda se acercaba a la chica ciega. Tenía los ojos abiertos por el espanto gracias a lo poco que había visto del trabajo de Miela por el rabillo del ojo. Cuando la envió a intervenir, no se esperaba esto. Miela, que vio su reacción de pasada mientras se dirigía hacia el segundo hombre, lamentó eso... pero así eran las cosas en los callejones, y no era ella la que había querido entrometerse en primer lugar.

            "Disculpa, querida, ¿necesitas algo? ¿Estás bien?" La viuda preguntó con preocupación. A pesar del horror, controló su voz de forma francamente encomiable. En otras circunstancias, Miela se habría preguntado si solía ser actriz, pero estaba ocupada con el hombre al que había ensartado con la espada para entablar cortesías. El hombre estaba sentado, apretándose la herida, y al verla acercarse la miró, aterrado, y trató de gritar. Miela le dió una patada con todas sus fuerzas en el estómago que lo acalló al instante.

            Lo siguiente fue rápido y definitivo. Y Miela lo odió porque este hombre no había cometido otro error que tener un compañero idiota. Pero así es la muerte.

              Merricat

              Sus ojos recorren a sus compañeros, deteniéndose un momento en cada uno de sus rostros. "Me alegra saber que habéis logrado tanto en mi ausencia. Zar'Onen no sabe lo que le espera," dice con una sonrisa maliciosa. "Vamos a hacer que desee no haber nacido". Su risa, clara y llena de confianza, resuena en la posada.

              Merricat se acerca a la mesa donde Adolfo ha dejado una bandeja de pasteles. "Y esos pasteles...," dice, tomando un bocado y cerrando los ojos para saborear el dulce. "¡Deliciosos!", exclama extasiada, relamiéndose los labios. "Ya sabéis que a veces ayudo en un orfanato local, en el Distrito del Rompehuesos," dice, sin darle demasiada importancia. "Pues bien, alguien del gremio de festividades se enteró y vinieron a pedirme ayuda con el Festival del Solsticio de Verano."

              Se inclina hacia adelante, sus ojos brillando con entusiasmo. "Ayudé a preparar el desfile, que se celebrará en unos días, con fuegos y luces que iluminarán la noche." Sus manos hacen un gesto amplio, como si pintara el cielo de colores con ellas. "Será una exhibición mágica, con antorchas encantadas y fuegos artificiales, acompañados por música y danzas tradicionales. Todo el mundo se reúne para celebrar la generosidad de Chauntea, compartir historias, y fortalecer los lazos de la comunidad."

              "Os espero a todos allí," añade con una sonrisa, terminándose el pastelito en un último bocado.

              Levanta su jarra de cerveza artesanal, la luz de las lámparas de aceite reflejándose y danzando en sus ojos rojizos. "Por nuestras victorias pasadas y las batallas que vendrán," proclama, tras lo que bebe profundamente disfrutando de la camaradería.

                AYN

                Ayn se despereza en su jergón mientras chamusquina aletea a su alrededor.
                -Si,si, ya me levanto .
                Deja que Fafnir se pose en su hombro mientras ella se peina una trenza bostezando .
                -Esta bien, ya es de día no?
                Mira a través de la ventana y está segura que deben ser más de las 12h del mediodía .
                -De verás que he dormido como un tronco está noche. Seguro que nuestros compañeros ya están abajo hablando y riendo alegremente. Eso no me lo pierdo Chamusquina, mil veces prefiero antes una charla relajada con amigos que la fama de matar a 100 Balrogs.
                Ayn se pone sus botas se echa agua fría en la cara y baja las escaleras con Fafnir revoloteando a su alrededor .
                Ayn baja y ve a sus compañeros sonriendo en lo que parece una aminada charla . Se acerca por detrás y abraza a Traki y a Merricat y dice con voz pomposa:
                -Si, querida si, Traki tiene razón. Un Balrog es poca cosa para mí .
                Ríe con ganas e incluso da dos besos a Merricat para luego unirse a la conversación.
                -Vata, vaya, me apunto a esa celebración, Merry, y por favor Víctor, dame una jarra de cerveza,la mas fresca que tengas

                  Después de demostrar su habilidad recién adquirida con la jabalina y la red Elijah de dirige a Rati:

                  -Solo cuando estaba con Mo en la barca había tocado una red que no fuese de baloncesto. Es extraño porque parece que he adquirido habilidades que no tenía.

                  Rati se queda pensativo. Ven, entra conmigo. Allí se dirige a la mesa en la que parecía que se congregaban varios miembros: Erdwan, Merricat, Ayn, Traki...

                  -Erdwan. Traigo buenas nuevas. Una demostración de que Ganimedes nos tiene algo reservado fiu fiu. Un viajero de más allá de Orion. Fiu fiu...

                  Elijah observa al apuesto elfo, aún no sabía que sería su instructor de ligues y que sería el que le abriese las puertas del corazón de las mujeres... Y bueno de lo que no es el corazón también. También le llamó la atención ver a una pelirroja más pelirroja que Emma y a un enano. Pero sobre todo se quedó prendado de la rubia alta, esbelta, con orejas de spok y que tenía un pequeño dragón con ella.

                  -Hola... Este viejo (resoplador piensa Elijah) me ha dicho que vosotros me podríais ayudar a regresar a Innisport. No sé muy bien qué ha pasado...

                  Aún no había acabado la frase cuando de repente Elijah observa por la ventana que por la calle pas una joven que conocía:

                  -María... Qué haces tú aquí? -grita Elijah

                    Milipu me podríais ayudar a regresar a Innisport. No sé muy bien qué ha pasado…

                    — Claro que si muchacho, por un par de monedas de oro te digo el camino

                    Extiende la mano

                      ¿Te gusta lo que lees? Es mejor si tienes cuenta

                      Cuando creas una cuenta en nuestro sitio, tienes acceso a sorteos exclusivos, subforos solo accesibles para niveles superiores y la posibilidad de desbloquear la moneda virtual del foro.

                      Tombi

                      -Traki!-dice Rati visiblemente enojado-. Es una señal de Ganimedes y cometes la impiedad de exigirle dinero fiu fiu.

                        Erdwan
                        Cerdo Combatiente, con Traki, Merricat, Ayn

                        Isolee “Será una exhibición mágica, con antorchas encantadas y fuegos artificiales, acompañados por música y danzas tradicionales. Todo el mundo se reúne para celebrar la generosidad de Chauntea, compartir historias, y fortalecer los lazos de la comunidad.”

                        “Os espero a todos allí,”

                        "Allí estaré. Estando una dama tan perfeccionista y cuidadosa como tú, no espero menos que el tercero puesto a mejor festividad" Erdwan levanta la jarra otra vez. "¡Por el solsticio de verano! hic... upppss... ¡Adolfo, otra porrr aquí!" Erdwan empieza a alargar las vocales, notándose ligeramente bebido, algo extraño que baje tantos las defensas en él.

                        Lyn -Si, querida si, Traki tiene razón. Un Balrog es poca cosa para mí .

                        "Un placer ver a la matademonios más temible del continente agraciarnos con su visita, si señora" Erdwan levanta la jarra con una alegría... algo eufórica para ser él "te queda bien el pelo sin trenzar Ayn, ¿te has cambiado el look para recibir a nuestra compañera de nuevo?"

                        Erdwan mira a su alrededor.

                        "Quizá deberíamos coger una mesa, esa del fondo está libre" dice señalando en una más del fondo "así tendremos más espacio, e intimidad" dice, sonriendo más alegremente por un momento.

                        No esperaba beber tanto, pero bueno, la misión había acabado, y la noche era joven.
                        A veces, la vida era sencilla y maravillosa.

                        //Lo de la mesa digo porque, si no me equivoco, estamos en la barra.

                        Oscuridad total en un mundo complejo y horrible

                        Los hombres empiezan a hablar con confianza y agarrar mi mano suavemente. Me llevan con decisión a un lugar más apartados. Mal asunto... si se juntan no podré con ellos.

                        Tengo las órdenes de Esclavo en la punta de la lengua, cuando escucha los pasos de dos personas venir. En unos pocos segundos escucha la voz de los atracadores suplicar piedad, una voz de chica joven con acento extranjero y una mujer mayor, mientras su nariz se llena de olor a sangre, a vísceras, a casquería y sus oídos escuchan la sangre y algunas vísceras caer al suelo.

                        María acaba vomitando con su primera experiencia directa con un enfrentamiento tan duro, "ahh... gra... gra..." la chica sigue jadeando mientras se limpia los restos, pero se reincorpora enseguida.

                        KatamariRoller “Disculpa, querida, ¿necesitas algo? ¿Estás bien?”

                        "gracias... ufff... por meteros en ésto por mí... ¿Donde estamos? Me llamo María, y vivo en Innsport, en el estado de Maine. ¿Y vosotras?" María en la dirección general a sus compañeros.

                        "Emmm... ¿no era mejor llamar a la policía? Espero no poneros en un aprieto..."

                        Milipu -María… Qué haces tú aquí? -grita Elijah

                        //María ignora tú aviso, al estar acompañada de dos personas que le están hablando y tú le hablas desde dentro de un edificio lleno de gente. Además, ¿el cerdo combatiente no está como apartado de las ciudades cercanas?

                          Milipu

                          —Ganímedes es piadoso y seguro que quiere que su siervo vuelva a casa con mi ayuda, un par de monedas y todo acaba

                          Extiende la mano

                          Se gira

                          — Adolfo!! Lleva jarras y salchichas a la mesa donde nos dirigimos!!

                          sora63 //Lo está, el cerdo está apartado en las tierras del conde a las afueras de puerta de baldur.

                            Inkisidor //Lo está, el cerdo está apartado en las tierras del conde a las afueras de puerta de baldur.

                            //Entonces no has podido ver a María desde el Cerdo combatiente, de donde estás.